Capítulo 11

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Una vez, hace mucho tiempo, Lidia me contó sobre su boda, no me lo dijo así, solo hablaba de un matrimonio, e igual siempre pensé que ella había sido la novia, en fin; me daba largos y explícitos detalles sobre su vestido, lo describía como «brillante, largo y pesado».

Se colocaba una sábana alrededor de ella, así como almohadas dentro de la improvisada falda para permitirme visualizar el volumen, no obstante, me aseguraba que era mucho más blanco que esas telas percudidas con las que nos cubríamos durante la noche, y que su velo era similar a los rayos del sol que entraban por su ventana en las mañanas.

Lo que recuerdo de Lidia supondría que no hablaba mucho, aunque, de hecho, sí, bastante; es que todo lo que conversaba eran situaciones de su vida que ella misma deseaba olvidar, por lo que mi respeto a ella lo reflejo guardando silencio.

Por muy emocionantes que fuesen sus historias, siempre culminaban en algo desconsolado. Por ejemplo, el día de la boda encontró al futuro marido con su hermana en lo que creo iba a ser su habitación y jamás dijo una sola palabra al respecto.

Sabía muy bien que para mí era difícil, e igual siempre me decía que, si no estaba de acuerdo con el mínimo detalle, no tuviera miedo de decirlo, porque silenciarla tanto fue lo que la llevó a Bathory. En ese entonces no lo entendí.

Esta mañana, Alicia recibió a Abraham con la noticia de mi asentimiento, justo cuando el hombre vino a dar la última advertencia para enviar a la Guardia Nacional por Derek. Me dijo que dentro de dos meses tengo que ponerme un vestido e ir frente a un juez a dar un simple y corto «sí».

Durante la cena, la matriarca estaba murmurándole ciertas palabras a su platillo y únicamente desvió su atención de ello en el momento en que Kaede le dio un beso en la mejilla, comunicándole que ya se iba a dormir.

—¡Lávate los dientes! —le gritó mientras el niño subía las escaleras, luego volteó a ver a Jimena—. Nena, ya vete a dormir —dictaminó con suavidad, a lo que esta acató sin anunciarle su retirada a nadie.

—¿Qué quieres? —preguntó Logan fastidiado. El chico supone lo que yo; Alicia mandó a Jimena a dormir para hablar de un tema que ni ella ni Kaede pueden escuchar.

—Voy a llamar a Haníbal —informó sin despegar la vista del sitio que Jimena acababa de abandonar.

Los tres chicos a la mesa se miraron entre sí, como si estuviesen conversando con solo sus pensamientos de por medio, después se dirigieron a la matriarca.

—¿Como para qué? —inquirió Olive con desconfianza.

—Para que entregue a Jane, ¿para qué más?

—Yo ni siquiera lo conozco —dije confundida.

—Alguien te tiene que entregar, si no es tu papá, debería ser Haníbal, que es como tu papá, o en todo caso Derek, o... —miró de reojo a Logan.

—Ah, no —repuso el otro enseguida—, no, de hecho, yo no pensaba ir.

—Logan —lo reprimió.

—Es que creo que debe hacerlo alguien cercano a Jane —indicó y me miró—. Me caes muy bien, pero a duras penas te conozco —se explicó.

—Yo estoy de acuerdo —añadió Marina con molestia—. Se supone que tiene que ser una persona especial para ella —se volvió a mí—. ¿No tienes a alguien en mente? —me preguntó de mala gana.

Alicia negó con la cabeza, segura de mi respuesta negativa, y Logan sintió vergüenza ajena por mí. Ambos piensan que de verdad no hay nadie.

—Sí —contesté—, solo que no es posible.

—¿Quién? —curioseó una Alicia recelosa.

—No tiene caso que te diga —me levanté y subí a la oficina de Lucas, sin darle oportunidad a nadie de hacer otra pregunta.

Era Pipa en quien estaba pensando.

Preparé todo para darme un baño con el que pretendo llevarme un buen rato y me dirigí al sanitario.

Luego de retirarme la ropa suficiente, ingresé a la bañera y me puse cómoda, con el fin de limpiar la herida del hombro, además de mi codo. A veces la sangre se seca y deja una mancha rojiza, misma que me cuesta mucho retirar dado el proceso que llevo a cabo en mi aseo personal.

Debería hacer un esfuerzo por lucir bien con ese vestido. Aun sin conocerlo, sé que será la mejor prenda que alguna vez he tenido. Cuando Lidia me hablaba del suyo, anhelaba usar uno, no pretendía casarme, nada más quería el vestido.

Por un lapso de al menos ocho semanas debo evitar tocar cualquier parte de mi cuerpo mientras esté nerviosa, irritable, preocupada, ansiosa o aburrida...

Jane, ¿puedes bajar? —solicitó Alicia al otro lado. Cerré los ojos. Esta mujer no ayuda en lo absoluto.

Suspiré. «Cinco minutos, todo lo que quería eran cinco minutos más», pensé. Enjuagué la espuma, vestí una playera grande, así como una toalla en mi espalda e ingresé a la habitación para ponerme ropa. Nada más vestí una camiseta limpia, pantalones y sudadera, además de tenis, porque la matriarca me regaña si ando descalza.

Bajé y los únicos que no estaban presentes seguían siendo Kaede y Jimena, por otro lado, está aquí un hombre, de mi estatura, cabello anaranjado y ojos azules que advertí en el momento en que me volteó a ver.

—Jane —Alicia me miró—¸ él es Michelle —señaló al caballero, quien ladeó la cabeza y asomó una sonrisa metálica. El sujeto estiró ambos brazos para abrirse paso y situarse delante de Alicia, lo que me pareció un gesto groseramente adecuado.

—Mucho gusto —me habló con vasta euforia—. Yo organizo todo —enfatizó la palabra «yo» con ambas manos en el pecho y «todo», aventándolas al aire—, siempre que sea de la familia De'Ath; bodas, quince años, bautizos, funerales, etcétera; cualquier tipo de evento de alto presupuesto. No es por presumir, pero mi gusto es excelente —se jactó.

Me quedé en silencio, acción que hizo incómodo el ambiente, para los presentes, no para mí.

—Va a organizar tu boda —explicó Alicia. De hecho, sí lo había entendido, sin embargo, quería que me dijera cuál era el punto de que viniera aquí a decírmelo.

—Me dijeron que nada más tenemos dos meses, así que trabajaremos a sol y sombra, las veinticuatro horas del día... —se acercó a una caja negra sobre la mesa, sacó unas carpetas y las puso sobre el comedor, además de una tableta junto con un ordenador portátil—. No me vean con esas caras —dijo sin mirar a nadie en específico y chasqueó los dedos—, ¡vamos a empezar desde ya!

—Dile a Alicia que no estoy —me susurró Logan antes de subir con sigilo a su habitación.






Nota de la autora 🤍:

No me juzguen por mi música, les manejo desde Blackpink hasta Amanda Miguel 🤭

[2] CCC_Catarsis | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora