Capítulo 25

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Salí directo a la primera puerta y, apenas toqué la perilla, Alexey emergió de su habitación, como si me estuviese vigilando.

—¿A dónde vas? —preguntó con tranquilidad.

—Tengo que... —suspiré—. ¿Puedo ir a ver a Alicia?

—Desde luego —indicó—, mañana.

—Dijiste que tenía permitido ir cuando yo quisiera —repuse.

—Ya sé lo que dije, pero necesito que estés aquí para la cena. Uno de los parámetros es que asistas a cualquier evento, una cena lo es para Karen.

—Es que...

—Mañana vas a verla —aseguró, utilizando un firme tono para hacerme callar y funcionó.

No puedo esperar hasta mañana y, a juzgar por su expresión, no me va a dejar salir, no sin explicarle por qué tengo que ir, algo que no voy a hacer.

Solo espero que no hayan tirado nada a la basura.

—De acuerdo.

Si Alicia no sabía de dónde provenían mis cosas, es probable que no le haya importado echarlas como desecho. Aunque, por otro lado, en caso de que considerara que no tengo una gran cantidad de objetos que me pertenezcan, lo poco que tengo lo dejó tal y como estaba... Una vez más, sentí el alma abandonar mi cuerpo: La carta de Derek.

Poco más tarde, cuando según el reloj en la pared faltaban diez minutos para las nueve, bajé con Alexey a la sala.

Nada más estaba Yale, merodeando con un libro en las manos, sin prestar atención a nada a su alrededor.

—Yale —le habló Alexey, en cambio, este no respondió—. Yale —insistió, recibiendo la misma carente respuesta, entonces aplaudió con fuerza. Me encogí de hombros y Yale brincó del susto.

—¡Ya te dije que no hagas eso! —se quejó y depositó su libro sobre la mesita de centro.

—Y yo ya te dije que, si no quieres que lo haga, leas en tu habitación.

—La cena está servida —anunció Karen, pasando de largo la conversación entre ambos sujetos—. Vamos.

Alexey tomó asiento a la cabeza de la mesa, después me indicó el sitio a su derecha. Enseguida de la orden de Karen, dos empleados domésticos comenzaron a servir.

Estoy mucho más incómoda que en el hotel.

No hay por qué estar nerviosa, Logan me explicó con vasto cuidado lo que debo y no debo hacer, si bien se refería a un restaurante, supongo que también aplica en este momento. De igual manera, estaba dispuesta a imitar los movimientos de Karen, puesto que es a la que tengo en mi campo de visión.

Creo que es pastel de pasta y carne, misma que tiene un color rojizo. Sabe muy bien; la situación es que no tengo hambre, nada más quiero retirarme para ir a encerrarme.

—Jane, linda —la mujer se dirigió a mí—, ¿te gusta esta casa? ¿Te gustó tu habitación? Yo coordiné todo para que quedara lo mejor posible, aunque no sé si es de tu gus...

—Está bien —la interrumpí al advertir que estaba hablándome con confianza—, gracias.

—... —Se mordió el labio con incomodidad, e igual volvió a sonreírme—. Yale me dijo que es tu profesor, en el Liceo —Asentí con la cabeza—. Qué bien... —musitó. Su hijo comenzó a reírse con discreción, lo que me irritó bastante—. Alex, ¿quieres que le dé un recorrido a Jane? —preguntó, a lo que este comenzó a prestar atención a Karen.

—¿Por qué me preguntas a mí? —inquirió con seriedad e hizo que la mujer se inquietara, sensación que hizo todo por esconder.

—Jane, ¿quieres que te lleve a recorrer la mansión?

[2] CCC_Catarsis | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora