Capítulo 5

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- ¡Tom, espera por favor! – él se detuvo y volteó a verme. – ¡¿Cuáles son tus malditas intenciones?!

- ¿Por qué debería interesarte?

- ¿Eres idiota? ¡¿Por qué crees tú?! ¡Primero intentaste abusar de mí cuando estaba ebrio, ahora resulta que me sigues y me das tu número! No entiendo qué mierda quieres de mí..

- A ver, escúchame bien claro. – él se acercó a mí apresuradamente, se veía tan molesto. Agarró el cuello de mi sueter y me acercó a él violentamente. – Para empezar, no vuelvas a levantarme la voz de esa manera, ¿Entendiste hijo de puta? ¡¿Eh?! Y segundo... – dijo soltando mi cuello, mi corazón latía acelerado, mi cuerpo temblaba sin parar, solo quería llorar. – Cuando hay una puta que me interesa no me canso hasta tenerla solo para mí y follarla toda la noche, se supone que eso debía pasar contigo pero ese imbécil llegó a defenderte. Desde que me miraste esa noche supe que serías el siguiente, creí que sería fácil pero solo me complicas las cosas y...

- ¿Ya le habías hecho esto a un hombre antes? – dije interrumpiéndolo.

- ¿Ah?

- Que si ya habías tenido sexo con un hombre antes..

- Ibas a ser el primero. – su voz se tornó más suave. Levanté mi vista para ver su rostro, él estaba mirando mis labios de la misma manera que anoche.

- ¿Y por qué decidiste que yo sería el primero?

- Deja de interrogarme, no es agradable y menos en público. Llámame en la tarde y nos ponemos de acuerdo para ir a un lugar más privado, ¿No quieres perder el bus, cierto?

Justo en ese momento sentí el freno del vehículo, miré hacia atrás para ver si efectivamente era el bus que debía tomar. Cuando lo confirmé devolví mi mirada hacia Tom, él ya no estaba.

Subí lentamente al bus correspondiente y me senté en el primer asiento. Saqué mi teléfono del bolsillo y busqué el contacto de Gustav, quería contarle lo que me acababa de suceder pero rápidamente me arrepentí, primero quería juntarme con Tom para solucionar todo este tema tan... tan horrible. Eso era lo que debía hacer, pero Gus no debía enterarse porque sería traicionarlo directamente.

Llegué a mi casa empapado por la lluvia, justo cuando bajé del bus el clima cambió drásticamente y terminé así. Saqué mis llaves y abrí la puerta con poco ánimo. Al entrar pude sentirlo... pude sentir el asqueroso olor a cerveza que siempre estaba presente en esta casa. Saludé a mi mamá con un grito, no hubo respuesta alguna. Débilmente comencé a subir las escaleras hasta llegar a mi habitación, me cambié la ropa y caí a mi cama.

Desde ese momento no dejé de llorar, pasé toda la tarde derramando lágrima tras lágrima sin parar. La manera en la que Tom me trató me hizo recordar a mis compañeros de clase. Desde que soy pequeño siempre he sido un objeto para todos; se burlaban de mí, me golpeaban, me acosaban, me decían cosas inhumanas... en eso apareció Gus, siempre estuvo a mi lado defendiendome.

La tarde pasó lenta y dolorosamente, ya no aguantaba más tener que darme cuenta lo miserable que soy, necesitaba distraerme y dejar de pensar tanta mierda.

Saqué una chaqueta de mi armario y salí de casa sin decir nada, ni a mi madre ni a Gustav, solo estaba buscando a una persona.

Me senté en la parada de bus que hay a una cuadra de mi casa y saqué mi teléfono, anoté el número que me dió Tom y lo llamé sin dudar.

- ¿Hola? – era su voz.

- Hola, Tom. Quería saber si nos podiamos ver justo ahora, ojalá pudiera ser un lugar donde estémos completamente solos.

- Jaja, por su puesto, enseguida te mando la dirección.

Revisé lo que él me había mandado, quedaba cerca de la casa de Gus. Tomé el bus y me fuí directo hasta allá.

Estuve caminando unos minutos hasta que llegué a la dirección que Tom me había mandado, al parecer era su departamento. Justo en ese momento él me mandó el piso y el número; piso 15, apartamento 706.

Me subí al ascensor y marqué el piso que él me mencionó. Mientras subía me puse a pensar en qué se supone que haría con Tom, qué se supone que debía hacer para alejarlo de mí. El ascensor se detuvo, al fin había llegado. Busqué el número de apartamento y toqué el timbre.

Tom abrió la puerta, me miró de arriba a abajo un par de veces y luego sonrió.

- Pasa, aquí tendremos privacidad. – luego soltó una risa burlesca.

El apartamento era realmente lindo. Justo en frente de la entrada había un gran ventanal por el que se podía ver gran parte de la ciudad, incluso la puesta de sol.

- Bien, ¿Qué es lo que quieres saber exactamente? – dijo él cayendo sobre el sillón que había en la sala donde estábamos.

- ¿Vives aquí solo? Ay, disculpa, sé que siempre cambio el tema...

- No vivo aquí, un amigo me lo prestó para que pueda estar contigo a solas. – soltó una risa coqueta, me sentí muy presionado.

- Oh, bueno.

- Dijiste que querías un lugar más privado, esto es todo lo que pude hacer.

- Si, lo sé. – él se levantó del sillón y se paró en frente mío.

- ¿Entonces? ¿Vas a abrir la boca o no?

Lo miré a los ojos unos segundos sin decir una sola palabra. Tom me encantaba, nadie me había atraido de la manera en la que él lo hacía, pero le tenía miedo, quería que se alejara de mí y no volver a verlo en toda la vida.

- ¿Qué quieres de mí? ¿Quieres coger con un hombre? ¿Quieres saber qué se siente? Entonces hagámoslo, si eso es lo que quieres entonces estoy dispuesto con tal de que por fin deje de verte. – Tom me miró extrañado, sentí vergüenza de mí mismo pero no quería que él siguiera buscándome, aunque también necesitaba distraerme de mis pensamientos.

- ¿Así de simple? Al final eras una zorra de todas formas, Bill. – él ya sabía mi nombre y yo no entendía por qué, no era lo que me importaba, solo quería acabar con todo esto. – Iba a ser duro contigo pero como te estás ofreciendo tan amablemente entonces no me cuesta nada devolverte la amabilidad, ¿No crees?

- Por favor... ya quiero irme, hagámoslo rápido. – mis ojos se llenaron de lágrimas, no puedo creer que solo estoy pareciendo una prostituta para él.

- No llores, mejor guárdate las lágrimas para cuando te esté follando jaja. – él realmente no sentía nada más por mí, solo quería tenerme a su disposición y después olvidarme como a todas.

Tom se acercó a mí y, con una mano, levantó mi mentón para poder besarme dulcemente. Solo unos segundos después se separó de mí y me miró a los ojos.

- Extrañaba sentir el sabor de tus labios, son los únicos que realmente agrado besar.

- Ya deja de decir idioteces... no disfruto oirte

- Nisiquiera sabes si hablo en serio, Bill. – dijo él y continuó besándome.

Yo invito | TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora