Capítulo 20

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Ella, para mi sorpresa, me regaló una gran sonrisa y asintió con la cabeza. Fué extraño. Pedirle un arma blanca significó bsstante para mí, pero para Astrid al parecer era algo de admirar. Le devolví la sonrisa aunque no tan amplia como la de ella debido a mis nervios.

- Bien, veré que puedo hacer con la reserva de la habitación, ¿Por cuanto tiempo vas a necesitarla? – preguntó ella.

- Solo necesito que la mantengas apartada, no sé cuanto tiempo me tarde en tener a Adler para mí. Quizá unos días.. – contesté desviando la vista un poco inseguro.

- Está bien, haré lo posible. – dijo sonriendo. – Oye, aún no me dices tu nombre.

- ¡Ah! Tienes razón, disculpa. Me llamo Bill.

- Lindo nombre.

Ambos sonreimos.

Me levanté de la cama en donde nos encontrabamos sentados y comencé a caminar por la habitación mientras jugaba con mis anillos, eso me ayudaba a pensar.

Adler no es más que un degenerado adicto a las sustancias y al sexo, ese es él. Pero había algo que arruinaba todo mi plan; a él sólo le gustaban las chicas. Tal vez si me vuelvo más femenino.. uso otro tipo de ropa.. no estaba seguro de qué manera podría atraerlo a mí.

- ¿Y si te ayudo? – dijo Astrid derrepente interrumpiendo mi silencio.

En realidad si la utilizaba a ella todo sería más fácil. Mientras distrae a Adler yo podría atacarlo por la espalda y.. no, es muy cobarde, la idea tampoco me convence por completo. Para sentir que de verdad cumplí lo que debía, entonces tendría que hacerlo yo mismo. Además de que corría un gran riesgo de hacerle daño a Astrid. Si fallaba y no utilizaba la fuerza necesaria entonces él nos lastimaria a ambos, yo no podía dejar que nada más le pasara a la chica que tanto había sufrido aquí, que tanta ayuda me ha dado.

- Gracias, pero prefiero que no me ayudes, quisiera hacer esto solo. – contesté finjiendo una sonrisa. Esperaba no haber sonado muy grosero.

- Entiendo, de cualquier manera me puedes pedir ayuda cuando quieras. – contestó ella levantándose de la cama. – La noche recién empieza y debo atender a una manga de asquerosos. Si quieres dormir o algo así entonces te llevo a mi cuarto, allí nadie entra, estarás seguro.

Le di las gracias y ella me pidió que la siguiera. Salimos de aquella habitación en la que estábamos y comenzamos a caminar por el largo pasillo. Había una baranda que permitía ver hacia el centro del antro en el piso de abajo, allí estaban todos. Sin detener el paso, comencé a mirar hacia abajo, pude notar que nuevas personas iban entrando al recinto sin permiso, eran bien recibidos. Saqué mi teléfono del bolsillo y pude ver que ya serían las doce de la noche, me sorprendió el echo de que para Astrid era recién la hora de inicio.

Miré hacia adelante y ví que habían nuevas escaleras que guiaban hacia alguna parte de arriba, eran un poco más entrechas y oscuras, pero la luz led morada seguía iluminando el camino. Con Astrid las subimos hasta llegar a una sala con dos puertas. Una de ellas estaba pintada de negro, la chica a la que yo seguía se acercó a esa puerta, la abrió y me señaló que entrara. Le hice caso.

Cuando entré pude ver enseguida una gran cama de tal vez de dos plazas con un cubre cama también negro. Las paredes, al contrario, eran de un color muy pálido que hacía resaltar las tonalidades oscuras de casi todas las cosas que veía. Pero algo que fue claramente visible, era que no había ninguna ventana, pero si había un lugar en donde parecía haber existido una.

Me detuve un momento después de observar detenidamente la habitación. Me pareció muy extraño todo lo que veía. De alguna manera me costaba mucho poder dudar de Astrid, pero debido a las circunstancias en las que juré que ella vivía me parecía difícil creer que tuviera una habitación tan bien cuidada y decorada con cosas del color que supuse que era su favorito. Todo era muy raro, no lograba comprenderlo.

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