Baby: Tercera Parte.
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El pelinegro buscaba a su hermana con la mirada en medio de toda la gente del aeropuerto, cuando la vio correr hacia ellos.
-¡Llegaron, al fin! -exclamó abalanzándose sobre su hermano, quien carcajeó, abrazándola.
En ese momento, la niña se cruzó de brazos y caminó hacia ellos.
-¡No, tía! Mi papá. -se abrazó a la pierna del mayor.
El ojiazul soltó una carcajada al ver la mueca ofendida de su hermana.
-¿Disculpa? -se agachó a la altura de su sobrina- Para tu información, yo lo conocí antes y es mi hermano.
-No me importa, es mi papá. -se abrazó más fuerte a la pierna de su papá.
-Tú no eras así la última vez que te vi. -bufó.
-La última vez que me viste, yo no sabía decir mío. -imitó el bufido de su tía.
La castaña abrió su boca, impactada, y se incorporó.
-¿Desde cuándo habla mejor que yo? ¡Yo a su edad ni sabia decir hola! -exclamó, exagerando.
L
os dos mayores rieron.
-Hace un par de meses que aprendió a decir casi todas las palabras que usamos diariamente, por ejemplo, te sabe decir "hoy desayunaremos en el supermercado" perfectamente, porque soy palabras que usamos habitualmente e implementó en su vocabulario. -explicó el ojiazul.
La castaña asintió, mirando sorprendida a su sobrinita. Si bien, la última vez que la vio fue hace cinco meses, notaba una diferencia abismal en su habla.
-De todos modos, hace unas semanas la llevamos con un fonoaudiólogo por recomendación de la maestra del jardín y nos dijo que el desarrollo psicológico, psicosocial y madurativo de nuestra hija es mucho más avanzada que el de muchos niños de su edad, tiene tres años y es capaz de leer, modula perfectamente y es mucho más independiente que algunos niños. -le terminó de explicar la rubia.
-Sí, y socializa mejor que yo en cualquier etapa de mi vida. -bromeó el pelinegro.
La rubia y la castaña soltaron una risita.
-Amor, ¿puedes soltar mi pierna? Tengo que caminar.
-No, si te suelto, vas a abrazar a alguien. -la niña se aferró a su padre.
El pelinegro suspiró y se agachó para tomar a su hija entre sus brazos. Esta se apoyó en su hombro y lo abrazó por el cuello.
-¿A ella qué le pasa? -preguntó la castaña mientras caminaban hacia el lugar donde se encontraban las valijas.
La rubia se encogió de hombros.
-Hace dos semanas que está así, muy apegada a Jug. El otro día se levantó más temprano que de costumbre, entró a nuestra habitación y se puso a llorar porque su papá me estaba abrazando. Ahora tenemos prohibido dormir en la misma habitación. -suspiró mientras. tomaba su valija y la del pelinegro.
-Si, también ayer, luego de tu llamada, vino Cheryl, mi mejor amiga, su madrina, y le di un abrazo, ¿adivina qué? No le habló a Cheryl por una hora. -negó en desaprobación-. Al principio era divertido, ahora es tóxico. -bufó.