-¡Felicidades Arch, me alegro mucho por ti! -exclamé, felicitando a mi amigo que estaba frente a mí mientras me ponía de puntillas de pie para abrazarlo.
-Gracias B.
Acababa de decirme que sacó un 9 en su examen de Biología por el cual se había esforzado muchísimo, así que estaba feliz por él.
-Oigan, deberían alejarse, pelinegro de ojos azules a las 11. -murmuró Verónica y Archie y yo nos alejamos.
Yo me giré para ver a Jug entrar a la preparatoria, luciendo como el rey de todo que era, vestido con un jean negro, una camiseta gris y su chaqueta de cuero, su cabello desordenado apuntando hacia todos lados, tan sexy. Dios, él y sus aires de superioridad hacían un desastre con mis hormonas.
-Felicidades Archiekins. -la voz de Vero me sacó de mi ensimismamiento y me volteé a mirar a mis amigos.
-Gracias V. -le devolvió la sonrisa.
-Si me disculpan, iré con mi novio antes de que venga a buscarme. -sonreí.
Archie disimuló un bufido que pasé completamente por alto. Verónica habló, evitando una tensión en el ambiente.
-Ya todo Riverdale sabe que es tu novio, deja de presumirlo, tonta. -se quejó en broma y reí.
-Nunca. -negué.
Y lo decía muy en serio, jamás dejaría de presumir que mi novio era el mismísimo Jughead Jones. Estuve dos años detrás de él, buscando la forma de que se dé cuenta de que estaba loca por él y de que sintiera lo mismo, ahora que lo había logrado, me sentía la chica más afortunada del mundo.
En ese momento, llegó Reggie, el novio de Verónica y mejor amigo de mi novio, y la abrazó por detrás, asustándola y haciendo que suelte una risita.
-Hola Reg, y adiós. -saludé y me despedí yo, caminando hacia Jughead, que estaba guardando sus cosas en su casillero- Hola Juggy. -murmuré cuando estuve cerca de él.
Mi pelinegro cerró su casillero y se giró hacia mí, se notaba que tenía los hombros algo tensos, pero no me dio ni tiempo de preguntarle si le pasaba algo, porque se inclinó y dejó un beso en mi frente para luego dejar otro beso más profundo en mis labios.
-Hola, bebé.
Sonreí, levemente sonrojada. Dios, lo que este chico causaba en mi sistema era digno de un estudio científico.
-¿Cómo estás? -le pregunté cuando se alejó y me rodeó por la cintura.
-Bien. -murmuró y supe que era mentira. Era tan obvio cuando algo le pasaba-. ¿Tú?
-Bien también, Juggy, pero a ti te pasa algo, dime. -llevé una de mis manos a su mejilla.
Su mirada se desvío de mis ojos hacia un punto detrás de nosotros y supe exactamente a qué miraba, más bien, a quién miraba.
-No pasa nada. -negó, volviendo a mirarme.
Carajo, se notaba en sus ojos cuando algo lo molestaba o lo incomodaba, por más que intentaba hacerse el rudo.
-Dime. -insistí y bufé cuando volvió a negar.
Sabía exactamente la razón por la que estaba así, pero quería que él lo dijera, solo que era demasiado orgulloso como para admitirlo.
-Te amo. -murmuré y él sonrió levemente.
-Yo te amo más, cariño.
Mentiroso.
El timbre sonó, indicando el comienzo de la primera clase del día y ambos bufamos, separándonos. Lo cual, claramente, no duró mucho porque compartíamos todas las clases, así que fuimos abrazados.
