Baby: Segunda Parte.
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El pelinegro tomó una bocanada de aire antes de entrar a su casa por la puerta trasera, miró por todos lados antes de entrar rápidamente y subir corriendo las escaleras hasta su habitación. Tomó una valija y comenzó a cargarla con la ropa que tenía doblada en su clóset, también zapatillas y cosas que necesitaría para su higiene personal. Luego tomó su alcancía y su billetera, colocó la alcancía en la valija y la billetera en su bolsillo.
Soltó un suspiro entrecortado y salió de su habitación con la valija en su mano, pero paró abruptamente al toparse con sus padres y su hermanita en el pasillo.
Su madre le dedicó una mirada indiferente que fue cambiando a una anonadada cuando vio la maleta, su padre lo miraba con frialdad y su hermana... ella simplemente no entendía nada.
-¿J-Jug? ¿Qué pasó? ¿Te vas? -preguntó asustada, acercándose a su hermano.
El pelinegro la miró con tristeza.
-Papá, mamá, ¿que sucedió? ¿Por qué no hacen nada?
-Lo que Jughead haga con su vida no nos compete ahora, Jellybean, aléjate de él. -Le dijo su padre.
-¿¡Cómo que no les compete!? Son sus padres y él es menor, ¿Qué está pasando? -miró a su hermano.
-Jelly, yo... me iré, debo hacerlo.
-Pe-pero ¿por qué?
El pelinegro tomó aire.
-Betty está embarazada, -ignoró la mueca de su madre- tendremos un bebé y yo debo irme por eso.
-¿Es por ellos, verdad? ¿No piensan ayudarte?
-Eh, fue mi error, Jelly, yo debo hacerme cargo con Betty, solos. -dejo un beso en su frente-. Por favor, no llores. -murmuró al ver lágrimas caer por los ojos de su hermanita.
-N-no te vayas, Jug, no puedo estar sin ti. -lo abrazó.
El ojiazul acarició el cabello de su hermana con los ojos cristalizados.
-Tengo que estar con mi familia, Jelly, pero volveremos a vernos, ¿si? Tranquila.
La menor se separó de él y miró a sus padres.
-¿Van a dejarlo irse? ¿No piensan detenerlo? ¡Es su hijo!
-Es su castigo por el error que está cometiendo.
-Mamá, son ustedes los que están cometiendo un error.
-Jelly, no pelees con ellos, porfa. -suspiró-. Debo irme, te amo, cuídate y escríbeme. -dejó un beso en su frente.
-A-adiós. -musitó.
La bajar las escaleras, oyó un grito de su hermana.
-¡Hagan algo, maldita sea! ¡Se va por su culpa y puede que jamás vuelva a verlo!
Cerró fuertemente sus ojos y suspiró. Se prometió a sí mismo que, sin importar a donde sea que se haya ido, volvería a ver a su hermana.