La rubia entraba a su casa después de un largo día de trabajo, esperando encontrar a su esposo. Necesitaba hablar con él urgentemente.
Lo encontró en ma cocina, sentado en una de las butacas de la barra, apoyado en su mano mirando hacia la nada.
-Jug -lo llamó y él lo miró. Sus ojos estaban brillosos.
Ella suspiró, sabiendo lo que eso significaba: estaba borracho.
-Estás borracho, ¿no es así? –él ladeó la cabeza, como si no supiera de qué hablaba, luego suspiró, asintiendo lentamente. Ella lo fulminó con la mirada- Genial, ¿Por qué?
-Tú ya no me quieres, ¿verdad, Betty? -la rubia quedó atónita.
¿Por qué estaba diciendo tal estupidez? Por supuesto que ella lo amaba, él era el amor de su vida. Llevaban diez años juntos y cinco años casados, no podía imaginarse una vida lejos de él.
Ella se acercó rápidamente, poniéndose frente a él.
-Claro que lo hago, yo te amo, Jug, ¿Qué dices? -él soltó una risa amarga.
La miró con duda, incrédulo, como si todo lo que saliera de la boca de su esposa fueran mentiras.
-Sí, claro. -asintió con sarcasmo.
-Pero eso no tiene nada que ver, ¿Por qué mierda estas ebrio sabiendo que estabas en rehabilitación por ser un... -dejó la frase suspendida y él asintió levantándose de la butaca.
Dio dos pasos hacia atrás.
-Porque soy un alcohólico, un borracho. Puedes decirlo, Betty, ¡Es lo que todos piensan! –exclamó, dando una vuelta sobre su eje.
La rubia suspiró, estar borracho lo volvía un sin filtro. Betty lo sabía por todas las cosas que le confesó estando ebrio en el pasado.
-No es cierto, ahora, responde, ¿Por qué?
La ojiverde estaba agotada y el ojiazul no la ayudaba para nada. Tan solo quería llegar, hablar con él y que se acostaran a dormir.
-Porque, dime, Betty, ¿Tú te sentirías feliz al ver al amor de tu vida besándose con el que, se supone, era tu mejor amigo? -ella se quedó congelada, ¿Qué había dicho?- No lo creo, es más, sé que estarías incluso peor que yo. Bueno, eso es lo que pasa. No resulta nada agradable ir a ver a mi esposa a su oficina y ver que se está besando con su compañero de trabajo, quien era mi jodido mejor amigo ¿sabes?. –dijo con enojo.
Ella se acercó a él, poniendo las manos en su cuello. Él no las aparto, solo la miró con los ojos cristalizados, quería ponerse a llorar en ese mismo instante, pero no quería llorar frente a ella.
-Yo... Jug... -musitó.
-Puedes decírmelo, ¿sabes? -acarició una de sus manos que estaban en su cuello-. No importa, cuando te digo que eres todo lo que tengo, es verdad. Solo... no te vayas, no me dejes como ella. -su voz se rompió y ella lo abrazó con todas sus fuerzas.
Ella sabía que él se refería a su madre, quien lo abandonó cuando él tenía 15 años de edad.
Fue muy duro para él tener que superar la pérdida de su padre y hermana, junto con el abandono de su madre.
Pues, su hermana menor, Jellybean, y su padre, Fp, habían fallecido en un accidente aéreo una semana antes de que su madre lo dejara a la deriva.
Por lo que cayó en el alcohol, el primer sedante que lo ayudaba a cesar su dolor que encontró.
-Ven. -murmuró y lo llevó hasta el sofá.
Ambos se sentaron uno junto al otro y ella hizo que él recueste su cabeza en su regazo para acariciar su cabello.