CAPITULO OCHO - QUIMERA

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Viernes, 1 de octubre del 2021

Se supone que hoy iba a ser un gran día. Abiel no tenía entrenamientos, ni siquiera partido, y había quedado con sus amigos en pasar la tarde en la piscina. Luego utilizarían el telescopio para observar las estrellas, acabarían haciendo el tonto y durmiendo los seis en su casa. Hasta Pegaso, el gato, se ha puesto a ronronear a su alrededor durante el desayuno los últimos días, algo poco habitual en él, porque prefiere a Carmen cuando están ambos en la cocina.

Sin embargo, la reunión que tuvo ayer con los padres de Alma le ha afectado muchísimo y Pegaso está intranquilo.

Abiel fue con su padre. Supuso que para algo tan importante, como el hablar sobre sus padres biológicos, necesitaría un apoyo moral y, al no estar su madre en España, su padre era la mejor alternativa. Pero ni siquiera su padre ha conseguido que Abiel salga del estado de conmoción en el que se encuentra actualmente.

La reunión duró dos horas y media y se celebró cerca de la casa de los Schützer, en unos bancos en la Fundación Olivar de Castillejo que un buen amigo de su padre les permitió utilizar. Era un lugar ideal para no tener a ningún curioso merodeando cerca y al aire libre.

Erich, el padre de Abiel, se quedó tan consternado como su hijo, pero después de hablar durante más de una hora con su hijo en casa y pensarlo bastante durante casi toda la noche, decidió que la vida iba a seguir igual, independientemente, de lo que ellos hubiesen averiguado.

Si ha conseguido labrar un futuro prometedor y tener una familia como la que tiene, lejos del clan Boehringer y van Baumbach, su familia por parte de su madre, nada iba a poder pararle para proteger a los suyos.

—Hijo, no puedes permitir que toda esa historia pueda contigo. Tú eres más fuerte que eso y no por quién es tu padre, sino porque te ha criado tu madre. Seguro que cuando ella vuelva, verá todo con otros ojos —intenta animar el padre Abiel a su hijo durante el desayuno.

—No sé qué pensar, papá. Todo lo que he creído cierto hasta ahora, es mentira —se sincera Abiel.

—No, todo sigue siendo cierto. Sin embargo, algunas cosas que suponíamos que eran mera invención o una quimera son tan reales como tu propia existencia.

—¿Cómo puedes aceptarlo todo tan rápido? —se extraña Abiel.

—Porque de todo de lo que me enteré ayer por la tarde, lo único que es realmente importante para mí en este momento es que mi hijo pueda estar en peligro —se sincera Erich.

—¿Por qué no puedo tener un padre biológico como cualquiera de mis compañeros del instituto? —se queja Abiel derrotado.

—Tu madre se pasó toda su pubertad luchando para no verse involucrada con su familia, una de las más ricas e influyentes de toda Europa, a mí me pasó lo mismo con la mía, el clan más poderoso de Alemania. Por lo tanto, lo normal es que a ti también te tocase lidiar con un problema similar —intenta bromear su padre.

—No es lo mismo, papá.

—Por supuesto que no. Tú tienes ventaja: ellos no saben que existes —le recuerda Erich.

—No quiero esconderme. Me gusta mi vida, mi instituto, mis amigos y no quiero tener que alejarme de Alma. Ahora que sé que lo que significa primos para sus padres no se va a interponerse entre nosotros, quiero poder estar con ella como lo he deseado desde que la conocí.

—No tenemos que decidir nada. Cuando llegue tu madre, nos volvemos a reunir con tus suegros y ya iremos planificando que hacer —se burla el padre de su hijo.

—Diviértete a mi costa mientras puedas —finge estar enfadado Abiel.

—Resulta gracioso que por una vez que muestras interés por una chica, estéis ligados por el destino. Lo único que te pido es que la respetes, hijo.

XZ - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora