CAPITULO TREINTA - DESCUBIERTO

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Viernes, 23 de diciembre del 2022

La pasada noche, Alma se quedó en el piso que Abiel comparte con sus amigos, por lo que ni Hermes ni Heracles han podido despertarlo por la mañana. Ayer fue el décimo octavo cumpleaños de Alma y decidieron celebrarlo con una cena en el piso, aunque solo invitaron a algunos amigos de su antiguo instituto que no ven frecuentemente, porque ya casi no coinciden.

Desde que hace tres meses Abiel le contase a Alma toda la historia de los progenitores de ambos que proceden del Olimpo, Alma se queda dos o tres noches en el piso de su novio. Alma sigue molesta con su madre por no haber sido sincera con ella y todavía no han dado sus frutos el empeño que Abiel le ha puesto a que entienda el porqué Míriam decidió ocultarle durante tanto tiempo la verdad.

Las clases van bien, sobre todo, porque Abiel ha desarrollado de manera increíblemente rápida algunos de sus poderes y para él solo es necesario escuchar, hablar con algún profesor o echarle un vistazo a un libro para poder explicarle a Alma todo lo referente a ese tema.

Todos se aprovechan de la sabiduría de Abiel, que intenta ayudar a sus compañeros de piso sin que ellos se den cuenta de la facilidad que tiene para comprender, prácticamente, todo lo que pasa por sus manos.

Alma también se aprovecha de los conocimientos de su novio, pero, sobre todo, en el dormitorio. Abiel nunca ha tenido novia y por primera vez puede planificar con tiempo lo que hacer en la cama.

Heracles, Apoco y Hermes conocieron a la novia de su ser de luz favorito hace unas semanas. Abiel no quiere que tengan mucho contacto con ella, porque no quiere exponerla a peligro alguno. Cuando se trata de la seguridad de Alma, toda medida tomada le parece poco. De resto, ningún otro habitante del Olimpo la ha conocido y Abiel quiere que eso no cambie.

—¿Piensas que soy idiota? Sé que has tenido algún lío y que esa tipeja ha tenido un hijo tuyo —le grita Hera a Zeus a unos metros de donde se encuentran Hermes y Heracles planeando que hacer el fin de semana.

—Pero si llevo casi veinte años sin visitar la tierra —se defiende Zeus.

—Por eso me resulta tan sospechoso. Heracles cada vez visita más a sus parientes lejanos y, normalmente, lo acompaña Hermes. Apolo, que llevaba décadas melancólico, también lo acompaña muchas de las veces, hasta nuestros hijos, algunos de nuestros hermanos e incluso Atenea y Afrodita han estado visitando la tierra con mayor frecuencia de lo que ha sucedido en el último milenio —continúa gritando Hera.

—Y yo que tengo que ver con eso. No me he separado de ti y, por lo tanto, no he podido acompañarlos.

—No has ido porque estás escondiendo algo o, mejor dicho, a alguien. Lo encontraré Zeus. Encontraré a ese bastardo y le haré la vida imposible. Lo que le hice a Heracles mientras estuvo en la tierra será un chiste en comparación con lo que sufrirá ese —dice con veneno en la voz.

—Basta, Hera. ¿Por qué tienes tanta sed de venganza? Estoy contigo, ¿no? ¿Qué importa si he tenido un niño o no con otra mujer? Yo con quien quiero estar es contigo —intenta tranquilizarla Zeus.

—A mí no me engañas. Te conozco demasiado bien. Voy a dar con ese niño —lo vuelve a amenazar.

—No tenemos hijos desde hace cientos de años, si hubiese tenido uno deberías de alegrarte por mí, mujer —cambia de táctica Zeus.

—¿Alegrarme? ¿Te has olvidado de la profecía?

—Si un semidiós es merecedor de mi confianza, yo me haré a un lado. Si ha llegado el momento de dejar que las nuevas generaciones gobiernen el Olimpo, yo no seré nadie para impedírselo —afirma de manera categórica Zeus.

XZ - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora