Viernes, 2 de septiembre del 2022
A pesar de que son las dos de la madrugada, Abiel no puede dormir. El verano ha pasado lento y pesado, aunque intentó mantenerse ocupado, pero la ansiedad de no saber el desenlace de su relación con Alma le está pasando factura y el poder hablar con ella ayer, no lo tranquilizó del todo, aún quedaba decirle quiénes son sus respectivos padres.
Ella estaba más nerviosa que él cuando marcó su número de teléfono, sobre todo, porque desconocía cómo se había tomado su novio que no pudiese hablar con ella durante tanto tiempo. Diez segundos después estaba más tranquila y Abiel seguía intentando que ella estuviese cómoda, pero él no se podía quitar la inquietud de encima.
No hablaron mucho, porque Alma debía tomar un avión unos minutos después, pero les dio tiempo de decirse lo que se habían echado de menos y lo que se alegraban de volverse a ver al día siguiente.
Al final, ella llegó a Madrid a las cinco de la tarde, sin embargo, a esa hora, el avión donde Abiel se encontraba, despegaba desde Estocolmo.
El vuelo de Abiel aterrizó a las nueve de la noche en Barajas y lo primero que hizo, fue llamar a su novia, pero el teléfono estaba apagado y dos minutos después, Míriam le explicó que su hija se había quedado dormida en el coche en el trayecto de vuelta a casa desde el aeropuerto.
Así que, Abiel había llegado a casa con sus padres que lo habían ido a buscar, cenó con ellos y se fue a ver a Pedrito que lo estaba esperando en su casa junto a Daniel, Lucía y Paula. Una hora más tarde se encontraba de vuelta en su cuarto, subiéndose por las paredes, sabiendo que Alma estaba muy cerca y que, aun así, no la podía ver.
Tomó el libro de Antes de los veinte, que le ha regalado su madre y, con las desventuras de Colacho, se dejó dormir casi a las tres de la mañana.
—Para las ganas que tenías de ver a tu novia, te veo demasiado cómodo en la cama —lo despierta Heracles.
—Mierda, Hércules. ¿Qué hora es? —pregunta Abiel a su medio hermano, preocupado.
—Tranquilo, aún son las siete y media —le responde antes de que Abiel le lance un cojín con tanta fuerza y destreza que Heracles no puede esquivarlo.
—Eres un idiota.
—Abiel, tienes que controlar esa velocidad. Estoy seguro de que incluso me has superado a mí en fuerza, cosa que solo han conseguido dos de nuestras medias hermanas —le advierte Heracles.
—Perdona, a veces me olvido de los cambios que se han producido en mí los últimos meses —se disculpa el semidiós.
—¿No te vas a duchar? —pregunta Heracles, cuando se da cuenta de que su hermano se está vistiendo sin parar primero por el baño.
—Me duché anoche y quiero estar en media hora en casa de Alma. Sé que Aarón va a salir de casa a las ocho, por lo que tengo que salir de aquí en cinco minutos. Te veo más tarde —se despide Abiel después de tomar su teléfono y la cartera.
Cuando llega a la cocina, su padre está terminándose el café y Carmen está de espaldas, por lo que no lo ha visto.
Abiel, que le tiene un cariño especial a su Camy, no puede resistirse a abrazarla por detrás y levantarla del suelo.
—Este endemoniado niño siempre me está levantando por los aires —se queja Camy entre risas.
Lo ha echado muchísimo de menos, pero no lo diría en voz alta aunque la amenazaran de muerte. Según ella, Abiel ya tiene la autoestima por las nubes.
—Camy, ¿qué recibimiento es este? Hace casi dos semanas que no te veo —le recuerda Abiel mientras su padre niega con la cabeza, porque estaba seguro desde el principio de que Abiel la iba a levantar como siempre hace.
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XZ - TERMINADA
FantasyNunca me he sentido diferente a los demás, siempre he sido una oveja más en este gran rebaño que llamamos humanidad. Por eso no puedo entender todo lo que mi cerebro intenta procesar. ¿Yo? Seguro que esto es solo un mal sueño o todos se han vuelto l...