CAPITULO DIECIOCHO - HERMANO

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Miércoles, 13 de octubre del 2021

Después de un fin de semana de cuatro días, los alumnos regresaron más cansados que nunca a las aulas. La fiesta que organizaron Abiel, Daniel y Pedrito fue la comidilla de las primeras horas de clase en el instituto. Habían ido todos los jugadores del equipo de baloncesto, casi todos los de voleibol, las chicas del último curso y los amigos que no jugaban en estos equipos, pero que también quisieron asistir.

Las fiestas de Abiel son conocidas, sobre todo, porque hay música, suficiente comida y bebida y, decididamente, también alcohol, aunque sin consentimiento de los padres. Siempre acaba alguien borracho, pero, por lo menos, esta vez nadie se cayó a la piscina sin intención de hacerlo.

Para los adolescentes es un lujo poder festejar juntos sin dejarse la paga de todo el mes en ello, así que se comportaron bien y recogieron todo antes de irse de casa de su amigo, por lo que el domingo por la mañana, cuando Carmen fue a recoger el jardín, se lo encontró todo ordenado, con la basura en dos bolsas y los platos, los vasos y los cubiertos ya habían sido lavados en el lavavajillas de la barbacoa.

El único incidente digno de mención, fue lo ocurrido a Pedrito, que se levantó dos horas más tarde, aún medio muerto, pero sin dolores en ninguna parte del cuerpo, solo sobrepasado por el cansancio.

Lucía lo cuidó con mimo, sintiéndose culpable. Ella fue la que lo incitó a beber, intentando que así se soltara más y no fuese tan tímido. Fue una experiencia de la cual deberían aprender ambos.

Daniel, Lucía y Paula también se bebieron alguna copa, pero con mucha más moderación, así que se levantaron como cualquiera que no ha dormido apenas tres o cuatro horas, desayunaron y se acostaron en las hamacas de la piscina.

La mejor que se encontraba era Alma, ya que ella no bebió alcohol y, a diferencia de Abiel, durmió hasta que Daniel tocó la puerta como un desesperado, porque quería desayunar.

A pesar del cansancio, ninguno de ellos se fue a su casa ese día, sino que llamaron a sus padres y se quedaron en la casa de la familia Schützer hasta el lunes por la noche. Fue una suerte que tanto el lunes como el martes fuese festivo.

Carmen, después de asegurarse de que el mundo no se acabaría, si ella se iba a descansar a su casa, se fue tras el desayuno, despidiéndose de todos los amigos de su querido Abiel.

No hicieron nada especial. Después de haber descansado unas horas, Abiel ayudó a su madre a hacer para almorzar su famosa lasaña. Las cuatro parejas, incluyendo a Ellen y Erich, se pasaron la tarde abrazados en el salón, mientras se reían o comentaban lo que echaban en la tele. Incluso vieron un viejo vídeo de Abiel con Pedrito y otro de Abiel con su primo en Estocolmo.

A las siete de la tarde, Abiel se fue a la cocina a preparar la masa y una hora más tarde todos cenaron pizza. Un día muy italiano.

Erich trabajó al día siguiente, pero Ellen se quedó en casa con Carmen y los chicos hasta que se despidieron de las mini-vacaciones.

Alma llegó a casa en una nube y su madre solo pudo negar con la cabeza, porque su hija se había enamorado en solo unos pocos días.

Al día siguiente Alma invitó a almorzar a Abiel, con la excusa de que ella había comido en su casa durante casi tres días, y Abiel no se despidió de ella hasta las siete de la tarde, cuando sus padres lo llamaron para saber a qué hora iba a regresar a casa.

Había sido un fin de semana largo para muchos, pero a Abiel y a Alma se les había hecho muy corto.

—¿Por qué no repetimos la fiesta este fin de semana? —le pregunta Pedrito en el recreo a su mejor amigo para sorpresa de todos.

XZ - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora