Viernes, 1 de octubre del 2021
No es la primera vez que Abiel tiene invitados en su casa que pasan la noche, pero nunca ha estado tan ansioso porque lleguen sus amigos a casa.
—Les he comprado cervezas y le he dicho a Carmen que las ponga en la nevera. Saldré a cenar con unos amigos, pero no destrocéis la casa y bebed con moderación —le recomienda Erich a su hijo.
—Gracias, papá. Aún no he podido disculparme por todo lo que nos contaron ayer —aprovecha para hablar con su padre ahora que están solos.
—¿Por qué ibas a disculparte? No es algo que hayas hecho tú, además, no tiene por qué afectarnos en absoluto a ninguno de los tres —le responde.
—Si hubieseis adoptado a alguien más adecuado...
—Ni se te ocurra pensar algo así. Tu madre se enfadaría muchísimo. Sabes que ni en nuestros mejores sueños imaginamos tener a un hijo como tú. Eres increíble, Abiel, en todos los sentidos, y que tu padre haya sido un tipejo que haya engañado a tu madre, por muy Dios del Olimpo que sea, no tiene nada que ver contigo ni con tu forma de ser —le interrumpe su padre.
—¿Crees que mamá nos obligará a mudarnos?
—El mayor inconveniente que tenemos es tu parecido con tu medio hermano, pero nadie te está buscando ni sabe de tu existencia, así que no es algo que nos preocupe. Lo único que te pone en peligro es que te relaciones con Alma. Solo la conoce Heracles y él no se lo va a contar a nadie. Además, no hay manera de que puedan encontraros, porque no son sensibles a la luz o los colores que desprendemos, que es la única manera que existe para poder distinguiros del resto de nosotros —lo tranquiliza su padre.
—He estado pensando que nunca me he fijado en la luz que rodea a las personas que he conocido. Me doy cuenta, pero no me lo he tomado muy en serio, salvo con Alma, porque la diferencia con el resto es notoria.
—No te obsesiones con eso, Abiel. Eres un crío, tienes que disfrutar de la vida como el resto de tus compañeros de clase. No hubiese permitido la reunión de ayer, si hubiese sabido con antelación lo que Míriam y Aarón nos iban a contar. Ellos aún no se lo han contado a su hija, y es solo un mes más joven que tú —se sincera Erich.
—Pero sus padres tienen razón. Ella aún no ha vivido nada, es muy insegura en muchos aspectos o demasiado terca. No está preparada, no creo que pueda ahora mismo pasar por esto —defiende Abiel la postura de Míriam.
—Y, ¿tú sí? —duda su padre.
—No te voy a negar que las primeras doce horas estuve bastante perdido. No por mi padre, al que supongo no veré nunca, sino porque no todos los días te enteras de que son ciertas muchas historias sobre las que estabas seguro de que no eran más que mitos que fueron inventados para aclarar el comienzo del universo y nuestra propia existencia. Pero es cuestión de asimilarlo y, ahora mismo, no es algo que me preocupe demasiado, al fin y al cabo, ellos no suele mezclarse entre nosotros —intenta explicarse Abiel.
—Nuestro próximo problema será cómo contárselo a tu madre —se preocupa Erich.
—Yo siempre le he hablado de las luces que acompañan a las personas y que solo yo puedo percibir. Sé que tiene una teoría al respecto y, conociéndola, no será muy diferente a la realidad.
—Sí, ha sido una suerte para los dos el tener a tu madre en nuestras vidas, hijo —le dice su padre aún inquieto.
Padre e hijo van juntos a la piscina con Pegaso a dos metros de distancia siguiéndolos. Erich convence a su hijo para que deje preparada la barbacoa, porque puede que después de ver las estrellas vuelvan a tener hambre y quieran comer algo.
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XZ - TERMINADA
FantasyNunca me he sentido diferente a los demás, siempre he sido una oveja más en este gran rebaño que llamamos humanidad. Por eso no puedo entender todo lo que mi cerebro intenta procesar. ¿Yo? Seguro que esto es solo un mal sueño o todos se han vuelto l...