CAPITULO VEINTITRES - ESTOCOLMO

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Viernes, 31 de diciembre del 2021

En menos de veinticuatro horas partirán el año y Abiel, su hermano y su tío no tienen intención de abandonar aún la mesa en Stadshuskällaren, el restaurante que se encarga de darles de comer a todos los premios Nobel en la ceremonia de los últimos años.

Hace unas horas, Abiel se ha visto obligado a visitar a la parte de su familia sueca con los que ni su madre ni él tienen apenas relación. Así que madre e hijo acudieron a la mansión de la familia Wallenberg y al comentar Abiel que seguro que su cena de Navidad fue memorable, sobre todo para ser educado con su bisabuelo, que siempre ha sentido una debilidad especial por su madre, se vio obligado a aceptar, segundos después, la cena para tres personas en el restaurante donde está aún en la sobremesa con los otros dos habitantes del Olimpo.

—Tengo que agradecerles a tus padres, la próxima vez que los vea, que nos hayan dejado venir por ellos esta noche. La comida ha estado increíble —le hace saber Heracles a su medio hermano.

—Ellos han venido varias veces. Es un restaurante que suele frecuentar la familia materna de mi madre.

—Si tienen tan buen gusto con la comida, no entiendo la razón para que tu madre no quiera tener mucha relación con ellos ni que tú la tengas —le responde a su hermano.

—No tiene nada que ver con el gusto. Esta parte de nuestra familia siente un gran respeto por el poder y el dinero, hasta el punto de darle más valor que a cosas tan importantes como la justicia, el honor o la familia. Mi madre solo quiere que crezca entre personas con valores más acordes a su forma de pensar —le explica.

—Abiel, ni tu verdadero padre habla tan ecuánime —le advierte Hermes.

—Estás confundiendo los conceptos, mi verdadero padre es Erich. Zeus es solo mi padre biológico —le corrige el aludido.

—¿Solo? ¿Te olvidas que es el Dios y Señor de todos nosotros? —le recuerda su tío.

—Podrá ser el mejor Dios y Señor, pero como padre, a mí no me ha demostrado nada, por lo que no se ha ganado mi respeto en ese sentido.

—Tiene razón Abiel. Podrá ser el más sabio de los dioses, pero para él su padre es Erich. Si hubiésemos tenido un padre como él, la familia se llevaría mucho mejor —lo defiende Heracles.

—Aun así, la familia es lo primero. Por eso considero que debemos presentarle el nuevo semidiós a Apolo —dice Hermes.

—¿Tú crees? Aún está triste por la pérdida de su último amor o, como él lo llama, su verdadero amor. Solo han pasado unos cuarenta o cincuenta años —responde Heracles.

—Por eso sería una buena idea. Los tres grandes amores que ha tenido han sido humanos y seguro que se encariñará con nuestro Abiel, incluso más rápido que yo —le replica Hermes.

—¿No es un poco arriesgado? —pregunta Abiel.

—Al contrario. Tenemos que darnos prisa para que cuando Hera te encuentre, la mitad del Olimpo te defienda —asegura Hermes.

Hace diez días que Hermes conoce a su sobrino más joven y no ha podido resistirse a visitarlo casi a diario. A diferencia que con Heracles, Hermes es físicamente muy diferente a Abiel, por lo que puede estar a su alrededor y decir que es un amigo sin que nadie sospeche que son familia. Así que Hermes lo ha acompañado haciéndose pasar por un amigo de sus padres, mientras que Heracles ha tenido que conformarse con verlo cuando están a solas o sin estar rodeados de conocidos, excepto Ellen y Erich.

A pesar de la confianza que ya se tienen, Abiel no ha nombrado a su novia, tal y como quedaron Heracles y él. Después de pensarlo y discutirlo, se decidió que, para mantener a salvo a Alma, deberán hacer lo contrario que con Abiel, ella tiene que permanecer escondida en el anonimato y que nadie más en el Olimpo sepa de su existencia.

XZ - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora