Domingo, 2 de octubre del 2022
Daniel y Pedro llevan una semana viviendo en el piso con Abiel, aunque sus clases en la universidad comenzaron cuatro días después. A Alma sus padres no le han dado permiso para mudarse todavía, pero Paula y Lucía lo harán el fin de semana que viene.
Las dos chicas serán las responsables del orden y la limpieza y Pedrito y Daniel de la comida, aunque los días que ya han convivido ha sido Abiel quien ha cocinado o quien ha traído comida que Carmen le ha preparado.
Anoche, Alma no se acostó muy tarde porque quiere ir a la Feria de Otoño del Libro Viejo y Antiguo de Madrid, que abre sus puertas a las once de la mañana. Por eso se levanta temprano y toma la línea seis del metro en cuatro caminos hasta la ciudad universitaria.
Le ha enviado hace diez minutos un mensaje a Abiel para que no fuese a buscarla a su casa, porque ella quería ir en transporte público hasta la suya. Su novio siempre está haciendo de taxi con su moto y ella puede llegar perfectamente a su piso sola.
Ya lleva andados más de la mitad de los diez minutos que tarda desde la parada Ciudad Universitaria, cuando se acercan dos chicos hasta donde está ella. Alma se encuentra en la avenida de Juan de Herrera, una zona poco transitada y menos aún un domingo a las nueve de la mañana.
—¿A dónde vas tan rápido, guapa? —le pregunta un chico de unos veinticinco años con un pelo negro rizado.
Alma nota enseguida que el chico está borracho y, posiblemente, ha consumido alguna sustancia, por lo que acelera un poco más el paso e ignora el comentario de este.
—Mi amigo te ha preguntado algo —dice el otro chico, que lleva una gorra verde y que aparenta ser un par de años mayor, pero que, al igual que su amigo, parece que no se ha duchado en dos o tres días.
—No me toques —le dice Alma, cuando se da cuenta de que este último se acerca demasiado a ella.
—No tengas miedo y no grites, pequeña —le amenaza el de la gorra.
—Te he dicho que no me toques —grita esta vez mucho más fuerte Alma.
Después de eso todo sucede muy deprisa. Alma empuja al chico de la gorra que intenta posar sus manos en los hombros de ella. Sin saber cómo, el chico cae al suelo a tres metros de donde se encontraba segundos antes.
—¡Eres una zorra! —grita el chico del pelo rizado caminando decidido hacia Alma.
—Te ha dicho que no la toques —dice Abiel, que aparece de la nada, en un tono tan amenazador que ambos amigos se miran dudando si echar a correr o no.
—¿Abiel? —se asombra Alma que Abiel esté a su lado sin haber notado antes su presencia.
—Tranquila, reina. Estos dos ya se van, a no ser que quieran contarle a la policía lo que ha sucedido —la apacigua su novio.
Los chicos echan a correr y Alma se deja abrazar por Abiel.
—Lamento no haber llegado antes —se disculpa su novio.
—No ha pasado nada. ¿Cómo sabías dónde estaba? —le pregunta Alma en un tono tan bajo que casi no puede ni escucharlo ella misma, pero sin moverse de entre esos brazos que la reconfortan.
—Me puse la ropa y salí del piso en cuanto leí tu mensaje. Mi intención era esperarte en la estación del metro, pensé que me habías escrito cuando saliste de casa, pero ya veo que lo hiciste cuando estabas de camino —le responde Abiel, procurando mantenerse tranquilo.
—¿Viste cómo empujé a ese idiota? ¿Cómo es posible que tuviese tanta fuerza? ¿Y cómo llegaste tú tan rápido? —comienza a preguntar Alma, en cuanto se da cuenta de lo que ha pasado.
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XZ - TERMINADA
FantasyNunca me he sentido diferente a los demás, siempre he sido una oveja más en este gran rebaño que llamamos humanidad. Por eso no puedo entender todo lo que mi cerebro intenta procesar. ¿Yo? Seguro que esto es solo un mal sueño o todos se han vuelto l...