CAPITULO DIECINUEVE - HERCULES

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Miércoles, 13 de octubre del 2021

En cuanto los padres de Abiel se suben al taxi, Heracles y Abiel comienzan a caminar sin un destino aparente. Un minuto después, están frente al Museo de San Isidro, un museo de historia de la ciudad de Madrid.

—¿Entramos? —le pregunta Heracles a su medio hermano.

—Claro —le responde él sin darle mucha importancia.

Entran en el edificio sin ningún tipo de barrera, puesto que la entrada es gratuita, y comienzan a caminar observándolo todo, pero sin prestar realmente atención.

—Así que "Dios es mi padre" —comienza a hablar Heracles, haciendo mención al significado del nombre Abiel.

—Creo que es más adecuado que "La gloria de Hera", sobre todo si tenemos en cuenta vuestra historia. Además, tengo un segundo nombre, pero lo reservo para cuando tengo que impresionar a alguien —bromea Abiel.

—El nombre me lo puso Apolo, para indicar la condición de servidor de la diosa Hera. Sé que parece que lo hizo para fastidiarme, pero su intención era que Hera dejase de hacerme la vida imposible. Yo prefiero que me llamen Hércules.

—"Hombre que tiene mucha fuerza", me gusta. Te llamaré así, si me lo permites.

—¿Cuál es tu segundo nombre? —le pregunta Heracles curioso.

—¿Tengo que impresionarte? —lo molesta su medio hermano.

—Tan solo saber de tu existencia me ha impresionado.

—Sirius —le contesta un poco avergonzado.

—Me gusta —le dice Heracles imitando lo que dijo un minuto antes.

—¿Tenemos muchos más hermanos? —se atreve a preguntarle Abiel.

—Semidioses solo Perseo y Dionisio, pero fallecieron hace más de mil años. También están los hijos de Zeus con Hera, pero para ellos nosotros no somos hermanos realmente.

—¿Qué quieres decir? —se interesa Abiel.

—Mi madre era humana, como la tuya, y aunque al convertirme en inmortal perdí bastante la facilidad de diferenciar a un dios o semidiós de un humano, sigo sintiendo y pensando como tal. Nosotros tenemos un concepto de familia mucho más cercano. Por eso estoy en la tierra casi todo el tiempo, conociendo a mis primos lejanos, sobre todo a los descendientes de mi tío Poseidón, aunque ya casi no quedan y me aburro un poco —bromea.

—¿Tú también tienes hijos aquí? —pregunta Abiel refiriéndose a su mundo con la palabra aquí.

—No, yo me enamoré y perdí a mi verdadero amor. Desde entonces, he sido incapaz de sentir algo así por alguien, así que puede decirse que me dedico al celibato. Míriam me ha comentado sobre tu teoría de que las personas de luz se atraigan. En parte tienes razón, pero es algo temporal, que desaparece cuando pasan uno o dos meses sin verse. También tarda dos o tres meses en suceder.

—A mí me pasó casi de inmediato con Alma —se sincera Abiel.

—Entonces, no tiene nada que ver con vuestra naturaleza.

—¿Y eso qué significa? —quiere saber Abiel.

—Que aunque no la veas durante un año, seguirás queriéndola.

—¿Puedo hacerte una pregunta íntima?

—¿Es sobre el sexo? —lo provoca Heracles.

—Sí, pero no tienes que contestar, si te resulta incómodo.

—Es la primera vez que puedo actuar como un hermano mayor, si me resulta incómodo me jodo —responde Heracles sin dudarlo.

—Las semidiosas son muy activas sexualmente —se atreve a preguntar, porque que Alma siempre quiera más, está empezando a preocuparle.

XZ - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora