6. Ahogar las Penas

120 27 0
                                    

No he pegado ojo en toda la noche. La culpabilidad me ha comido por dentro. De hecho, cuando llegué a casa, ni siquiera saludé a Álex, a pesar de que parecía estar esperándome. Ella llamó un par de veces a la puerta, diciéndome que me había hecho la cena y que tenía ensalada de aguacate. No salí. No tenía hambre y no quería mirarla a la cara.

Lo único que hice fue llamar a mi madre y hablar con ella durante una hora. Solo quería saber qué tal iban las cosas por Albacete. En días como ayer, la echaba tanto de menos que me dolía el corazón. Mi madre es como mi mejor amiga: me escucha, me comprende y jamás me echa en cara mis errores, intenta ayudarme a que los mejore. Nunca he podido reprocharle nada, porque es la mejor madre del mundo.

–¡Ruby! ¿Tienes clase a primera hora tú también? –Grita Álex al otro lado de la puerta. –¡Me voy ya!

–Sí, ya salgo. Dame un segundo.

Un suspiro se me escapa sin querer. Termino de maquillarme en la habitación, en un espejo pequeño lleno de luces led que me compré por si mis compañeras eran unas psicópatas (nada lejos de la realidad actual) que intentaban asesinarme si utilizaba el baño durante más de 5 minutos. Hay que ser precavida

Al salir de mi habitación, me doy de bruces con Álex, que ya está preparada con su mochila.

–¿Qué te pasaba ayer?

–Tonterías.

–Moises me dijo que tuviste problemas con Javi, ¿tengo que ir a por un bate de béisbol?

–No, no... Está todo bien. Me pidió perdón.

Asiente. Parece satisfecha por la respuesta que le he dado y me siento peor por mentirle a la cara. Perra traidora, ¿lo mejor? Cambiar de tema.

–¿Nerviosa por mañana? –Pregunto sonriendo de oreja a oreja.

–No sabes cuánto... Me encantan las fiestas no-sorpresa, ¿qué me tenéis preparado?

–Haberlo organizado tú, así lo sabrías.

Al salir del portal, los recuerdos del día anterior con Noah, me dan un golpe en la cara. Sus labios... Esa sensación que me recorrió el cuerpo... Los he probado una vez y me ha bastado para saber que no puedo vivir sin volverlos a probar. Aunque sea una vez más.

–Ruby, ¿te puedo hacer una pregunta?

–¿No es eso una pregunta?

Touché. –Ella se para y me mira a través de su flequillo recto que ya va colándose en sus ojos. –¿Alguna vez has estado con alguien? Pero una relación. No un lío que haya durado meses.

–Sí.

Se me encoge el estómago por los recuerdos de aquel mal trago que tuve que pasar. Lo que empezó siendo un sueño, terminó siendo una pesadilla con un trágico final.

–¿Y por qué lo dejasteis?

–Pues... Era una buen chico, pero... No pudo ser. Teníamos a toda su familia en contra y ya sabes, la familia es lo primero.

Asiente y se echa hacia atrás en su asiento, ausente. Algo tiene que estar pasando por su cabeza para que me haga esa pregunta.

–Álex... ¿Todo bien con Moisés?

–No está bien, está perfecto. Es eso lo que me da miedo. –Arruga la cara y empieza a desenredarse el pelo con sus dedos. –Tengo miedo; miedo de cagarla y que se vaya. Me siento tan bien a su lado que cada vez que pienso que un día puede decidir no estar conmigo, se me encoge el alma. Nunca he estado con nadie, no estoy segura de si llevaré bien la relación y no la cagaré tanto que Moisés termine por darse cuenta de que no le hago feliz. Quiero ser mi mejor versión para poder devolverle la mitad de lo que él me da.

SI NADIE SE ENTERA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora