14. Sin Besarte

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Agarro su pelo suelto con una mano y con la otra, me tapo la nariz, intentando no mirar la escena. Angy está a mi lado, poniendo cara de circunstancia y Lena no deja de repetirnos que le echemos agua en la nuca para calmarla.

–En ambulancia no sé, pero mínimo tienes que volver a casa en brazos. –Digo al escuchar otra arcada de la cumpleañera.

–Pañuelo.

Hacemos cadena: una chica que ha visto la escena y se ha parado a mirar, saca otro pañuelo de su bolso que le da a Lena, que se lo da a Angy, que me lo da a mí que le paso a Álex por la cara para quitarle los restos de vómito.

–Me lo he pasado genial, chicas. Os quiero. Y a ti también, chica de los pañuelos.

–Parece que ha parado un poco, ¿no? –Les pregunto. Pero otra vez suena la arcada antes de echar la cena que tanto ha disfrutado.

–Lo mejor es que te vayas a casa a dormir. –Dice Angy.

–¡No! ¡Estoy bien! ¡Que siga la fiesta! –Álex se levanta de golpe, pero antes de que pueda salir por la puerta, se vuelve a poner de cuclillas delante del inodoro.

–Pañuelo. –Decimos las tres al unísono.

Conseguimos que pare un poco de vomitar, pero lleva tal moña encima que tenemos que sacarla del baño entre dos personas.

–Me voy a casa, creo que es lo mejor.

Y se le escapa un hipo. Moisés la coge en brazos y rueda los ojos.

–¿Cuántos cubatas se ha bebido? –Pregunta Lena mirando la escena desde atrás.

–He perdido la cuenta. En cuanto me despistaba, salía corriendo a pedir otro. –Se coloca a Álex bien entre sus brazos y ella se abraza a su cuello. –Vamos, mocosa. Di adiós.

–Quizás deberíamos irnos todos. –Interviene Noah.

–¡Nooo! ¡Seguid la fiesta sin mí! ¡Es mi última voluntad!

–Creo que Noah tiene razón; el motivo por el que hemos salido de fiesta, es para estar contigo.

Todos asienten ante mi última afirmación. Álex pone cara de cachorrito, escondiéndose un poco en su flequillo recto.

–Lo siento chicos.

Para que no se sienta mal, todos nos acercamos a ella y le damos un abrazo enorme y la llenamos de besos.

–Esto está genial, pero creo voy a...

Y antes de terminar de hablar, se baja de los brazos de Moisés y echa la pota en mitad de la pista de baile.

–Pañuelo.

El camino de vuelta a casa, se hace ameno. Moisés y Noah se reparten a Álex para llevarla en brazos y Angy, Riley y yo, vamos hablando de lo que más nos ha gustado de la noche.

–¿Por qué no venís a casa a pasar un rato? Sé que es tarde, pero Álex parece encontrarse mejor. Podemos jugar a algo.

–La verdad es que todavía tengo energía... El alcohol no se ha ido de mi cuerpo todavía. –Admite Angy.

–Yo... Creo que me iré a casa. –Riley se coloca las gafas y se encoge de hombros. –Demasiada vida social hoy.

–¿Y tú, Ruby?

Me pongo nerviosa al notar la mirada de todos sobre mí, como si estuvieran esperando a que dijera algo importante.

–¿Qué puedo decir? Mientras Álex no me eche la pota encima, ya sabéis que siempre digo que sí.

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