20. ¡Nadie quería saberlo!

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RUBY

–¿Eres chico o chica? Me parece demasiado intrusivo mirar si tienes huevos.

El animal me mira ladeando su cabeza. No he podido evitar llevármelo a casa cuando he visto que estaba siguiéndome por la calle, perdido y completamente desorientado. Me he sentido igual y... Ahora estamos los dos en el salón de mi piso compartido.

–Te voy a poner un nombre neutro, por lo que pueda pasar... Nit, ¿te gusta Nit?

Su cara de pena, me rompe el alma. No sé si alguien ha sido capaz de abandonar a esta cosa tan mona y adorable, pero si es así, desde luego que no tiene corazón.

Voy a la cocina y saco un poco de jamón de york de la nevera que le doy y le pongo agua en un cuenco para que pueda beber. Parece que lleva días por ahí dando tumbos por la manera en la que aborda todo con ansia. El/la perro/a me sigue mirando con lástima; quizás sea porque me he pasado todo el camino a casa llorando, contándole mis penas y puede que en el fondo, me haya entendido y ahora se haya dado cuenta de que soy una completa idiota.

–Y dime, Nit, ¿te has perdido? ¿Tienes dueños que te estén buscando? Sino, te puedes quedar conmigo. En Albacete tengo cinco perros más. Sé que no me entiendes, pero en el fondo espero que lo hagas, ¿puede que esté en un momento delulu? –Suspiro con cierto dramatismo. –Voy a ponerte una toalla en el suelo de mi habitación para que te tumbes a mi vera y mañana vamos al veterinario para ver si tienes chip. –Sus ojitos marrones me observan y su cabeza se mueve de un lado a otro, como si me entendiera o intentara hacerlo. Sonrío con dulzura antes de darle una caricia y otra loncha de jamón.

Cuando estoy ya preparando las cosas en la habitación para que Nit se meta conmigo, el telefonillo de mi casa suena. Miro la hora. Es pronto para que tanto Riley como Álex hayan vuelto. Además, tienen llaves.

–¿Quién? –Pregunto al descolgar. Le he dado varias vueltas al asunto, no estaba segura de contestar por si era algún loco que venía a secuestrarme.

Creo que no vas a querer hablar conmigo, pero... ¿Me abres?

Su voz. Esa estúpida voz. Pienso en colgar el telefonillo, dejándole ahí fuera sufriendo por lo que me ha hecho. Un nudo se vuelve a formar en mi garganta al todo lo que ha pasado como si lo estuviera viviendo de nuevo. Durante unos minutos, se me había olvidado gracias a Nit.

¿Virginia? ¿Sigues ahí? ¿O tengo que irme?

–Solo por llamarme Virginia, no tendría que abrirte la puerta.

–¿Eso es que me vas a abrir?

–Sube.

Me arrepiento en el acto, sobre todo al ver mi cara en el espejo que tenemos en la entrada. Parezco una Bratz después de las drogas. Intento quitarme a toda velocidad la máscara de pestañas que tengo corrida y retoco mi pelo liso lo mejor que puedo con las manos. Quiero hacerme la dura, intentando escuchar lo que me tiene que decir, pero en cuanto le veo, me derrumbo y sin querer, se me escapa una lágrima.

–He robado una rosa de un rosal. No había caído en que, efectivamente, las rosas tienen espinas y me he arañado la mano entera. Creo que entiendo la metáfora que quieren representar: son bonitas, pero hacen daño. En fin, la he cogido para ti.

Quito la rosa de su mano y sin querer, mi mano roza con la suya, consiguiendo que se me pare la respiración durante unos segundos. Intento no delirar, intento no irme al mundo donde con Noah todo es perfecto, intento acordarme de que ha besado a una chica delante de mi cara y que me ha dolido tanto, que he sentido que mi corazón se rompía en mil pedazos.

Procuro no pincharme al coger la rosa, ni llorar porque jamás me habían regalado una flor y me parece un detalle tan bonito y puro que se me encoge un poco el alma, pero no digo nada. Solo voy hacia la cocina a por un vaso para ponerla en agua.

SI NADIE SE ENTERA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora