Siento que el cerebro me echa humo. Hoy ha sido un día duro en clase, teniendo en cuenta que estamos cerca de terminar el semestre. He cogido apuntes como loca y después, me he quedado en la biblioteca a estudiar. No puedo más, necesito un poco de desconexión. Me merezco una hamburguesa como mínimo y una sesión de amigas.
–Vamos a pedir un Burguer King porque no pue-... –Me quedo callada cuando, nada más entrar en el salón, veo a Noah sentado en la pequeña mesa que encontramos en la basura con los pies en alto y a su lado Álex, pintándole las uñas. Nit viene corriendo a saludarme, como ya ha acostumbrado en estos meses y se pone de pie para que le haga caso. Yo, como buena mamá perruna, cedo a sus caprichos y me agacho para llenarle de mimos.
–Menuda cara traes. –Dice Álex arrugando el gesto.
–Creo que tú necesitas más la sesión de belleza que yo, pero no estoy seguro de querer cederte el sitio.
Noah coge dos pepinos que estaban en un plato y se los pone en los ojos.
–Voy a cambiar el Burguer King por una copa de vino, ¿qué os parece? –Abro la nevera y saco mi termo de agua antes de volver con los dos hermanos. Después, me asomo para ver el trabajo de Álex en las uñas de su hermano y me tengo que tapar la boca para no echarme a reír. –¡Dios santo! ¿Dónde has aprendido tú a pintar las uñas? ¿En una escuela infantil?
–¡Hacemos esta sesión de mani-pedi porque nos relaja, ¿vale?! No porque sepa pintar las uñas.
Tiene ese gesto de enfado infantil que tanto le caracteriza y que a veces, me da cierta ternura. Además, desde que se ha dejado su flequillo un poco más largo, está más adorable que antes y me entran ganas de abrazarla. Aún así, la echo para sentarme en su sitio.
–Quita de ahí; no tienes ni idea.
–¿Me vas a tocar los pies, Virginia? –Pregunta Noah sin quitarse los pepinos de los ojos.
–No es por voluntad propia, es por evitar un crimen.
Álex se echa a reír y se levanta para dejarme sitio.
–¿Queréis algo de beber? Voy a bajar al supermercado a por una Coca-Cola y a estirar las piernas. Esta sesión, me ha dejado muerta.
–Si a esto le llamas sesión... –Gruño concentrada en las uñas de Noah y pensando en como arreglar el destrozo que le ha hecho, ¿se puede saber como puede estar estudiando magisterio si ni siquiera sabe colorear sin salirse de las líneas? –Pero trae un vino blanco. Dulce. Ya sabes cuál.
–¿Noah?
–Una cerveza.
–Pues ahora subo.
Nos quedamos a solas y él se quita los pepinos de los ojos, para mirarme mientras limo sus uñas de los pies.
–Espero que después me des un masaje.
–Calla, que me desconcentras.
Cojo un poco de esmalte para quitar los restos de pinta uñas por donde se ha salido y removiendo con un algodón aquellas donde hay grumos.
–Jamás pensé que estaríamos en esta situación. –Esta vez se ríe un tanto y vuelve a echar la cabeza hacia atrás para ponerse las rodajas de nuevo. –Pero me gusta. Desde luego, si esto no demuestra que somos amigos y nada más, no sé qué otra cosa podría hacerlo.
Lo miro y sonrío rodando los ojos. Es un idiota, pero como disfruto de sus tonterías.
–Lo siguiente es hacer un pacto de escupitajo.
–Ya hemos intercambiado fluidos; no creo que haga falta ese pacto.
Sin querer, la imagen de nosotros dos en el baño de la universidad, me viene a la cabeza y noto como las mejillas empiezan a arderme.
ESTÁS LEYENDO
SI NADIE SE ENTERA
Teen FictionCONTIENE SPOILERS DE 'SI TE ATREVES', no hace falta leerlo para entender este libro pero es recomendable El hermano de tu mejor amiga siempre está vetado. Puedes tener fantasías, pensar en lo guapo que es o en lo bien que le queda el color verde pe...