7. Espejito, espejito...

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No existe mejor terapia que reírte con tus amigos, está comprobado. Rafa siempre tiene alguna historia loca que contar y yo le sigo, echándome a reír como si no lo hubiera hecho nunca. Me gustaría verles fuera de la universidad más a menudo, pero Rafa estudia muchísimo y tiene que ayudar en la pastelería de sus padres por las tardes y Javi... Javi es un misterio.

–Ha sido un gran honor estar con vosotros, pero tengo que irme. El deber me llama. –Se despide Rafa mirando el reloj que lleva en su muñeca para después, recoger sus cosas.

–Ha sido un día muy productivo, ¿no creéis? –Me río rodando los ojos.

–Podrían ser así todos. –Rafa se coloca la mochila a sus hombros y nos sonríe. –Adiós, chicos, nos vemos mañana.

–Venga, Ruby,  te acompaño a la parada.

Hace un frío de muerte, tengo que abrazarme a mí misma para intentar mantener el calor en el cuerpo. Javi y yo andamos en silencio. No sé qué decirle, no sé qué hacer. Es cierto que agradezco que haya venido con Rafa y conmigo y que se ofrezca a acompañarme a la parada, pero...

–Lo de ayer... –Giro mi cara para poder mirarle e intentar descifrar lo que pasa por su cabeza. Él, como acto reflejo, se esconde bajo su capucha y carraspea un par de veces.

–Ruby... ¿Tú... Tú te consideras mi amiga?

–Cuando no tengo ganas de escupirte en la cara por idiota, sí, por supuesto.

Veo que traga saliva y que una pequeña sonrisa se le escapa. En cierto modo, ese pequeño gesto viniendo de él, me hace ilusión; Javi no es una persona que se ría a carcajadas, es un chico serio. Va a hablar, pero parece que un pensamiento negativo le ronda por la mente porque, si mis ojos no me engañan, una lágrima sale de su ojo y él se la quita de un manotazo. No lo duda, coge mi mano y me arrastra hasta una zona donde no hay nadie cerca, donde podemos estar los dos solos.

–Tengo algo que contarte, espero que esto no cambie la forma en la que me ves, pero no puedo más. Eres la única persona que me inspira la confianza de hablarlo... Pero que no se te suba a la cabeza.

–Javier, ¿qué está pasando?

Estoy destrozada. No me puedo creer que haya gente tan mala en el mundo. No me puedo creer que Javi tenga que vivir de esta manera. Ojalá pudiera ayudarle, ojalá hubiera algo que pudiera hacer para que no tuviera que sufrir más, pero en ocasiones, a lo único a lo que podemos aspirar es a escuchar a esa persona, estar a su lado y apoyarle en las decisiones que tome, porque si actúas sin consultarlo, puedes hacer que el problema empeore y si alguien tiene que tomar cartas en el asunto, es Javi.

Cierro la puerta de casa y dejo las llaves colgadas en su sitio. Un suspiro largo se me escapa. Hoy está siendo un día difícil, puede que necesite una dosis de mis amigas que...

–¿Por qué estáis vestidas así? –Pregunto a Álex y Angy que llevan unas pintas horribles.

–¡Cámbiate, ponte lo más viejo que tengas! He visto que las chicas de enfrente han tirado muebles de su piso porque se mudan a otra urbanización y... ¡No te haces a la idea de la cantidad de cosas chulísimas que había! He subido una estantería que he puesto en mi habitación para los videojuegos, pero ahora voy a bajar a por más.

–Estás diciendo que... ¡¿Hay muebles gratis?! ¡Era lo que necesitaba hoy! Voy a cambiarme.

–Perfecto, mientras, Angy y yo vamos bajando para vigilar que nadie se atreva a quitarnos nada, ¡es nuestro!

Riley, mientras tanto, está en el sofá con un libro. Como si la cosa no fuera con ella.

–¿No bajas?

SI NADIE SE ENTERA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora