Capítulo 7: Mensajes de Alerta.

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-No lo sé, hoy hablaré con él...

El sonido de su risa relajada me hizo detener en el medio del pasillo, la puerta entreabierta de la habitación dejaba ver su silueta, su torso semi desnudo para ser especifico. Llevaba un sujetador de encaje rosa bebé en la zona en cuestión y su cabello ondulado bailaba mientras caminaba de un lado a otro.

-¡Por Dios aun no hemos hablado de eso Sami!- Casi se le cae el teléfono de las manos.

No habia caido en cuenta en que me encontraba detallando parte de su cuerpo hasta que la voz de Davide me trajo de vuelta.

-¿Estas fisgoneando?

Me sorprendi y carraspeé alejándonos de la puerta.

-No... ¿Qué no deberias tomar el desayuno?

Me escrutó con la mirada.

-Por cierto, no vuelvas a llevarme dormido a mi habitación- Se cruzó de brazos aparentemente ofendido.- Ya soy un niño grande.- Se dio la vuelta.

Sonreí por lo bajo y lo vi alejarse por el pasillo.

El enano queria dormir en la habitación de Mia.

Volvi la mirada a la habitación y de pronto me encontre a Mia cruzada de brazos, con su blusa ya puesta. Me miraba con el ceño fruncido.

-¿Tan temprano maquinando que fechoría hacerme o qué?

Me causó gracia que usara la palabra "fechoría", sin duda veía demasiadas caricaturas para niños.

Me detuve a escanearla y pose mi brazo en el marco de la puerta, disminuyendo el espacio entre los dos, sonrei con arrogancia.

-Que tierno que pienses que eres lo primero que ronda en mi cabeza por las mañanas...

Sus ojos se desorbitaron y paso saliva, indicios de que estaba nerviosa. Sin embargo, logró disimularlo bien.

-No espero nada menos de ti- Replicó y me hizo a un lado.

Sonreí y la segui hasta el comedor. 

Mamá ya habia hecho el desayuno y los mismos estaban depositados en pequeñas bolsas de papel con el nombre de cada uno.  Me disponia a coger el mio e irme directamente al auto para ir a la escuela, pero la voz de mi madre me detuvo.

-Señorito, recuerda que debes darle el aventón a Mia, no dejes que se suba a esa motocicleta tan peligrosa- Soltó en un susurro con preocupación.

Suspiré.

-La verdad es que creo que le gusta, no creo que quiera irse conmigo...

-Tonterías, le parecerá un buen gesto de tu parte.

En eso venia Mia con su bolso en dirección a la entrada, le sonreí falsamente.

-Se nos hace tarde...- Solté con amabilidad fingida e hice un ademán con la cabeza para que salieramos.

Ella frunció el ceño y sin más se despidio de mamá y Davide.

Sonó la alarma del auto y me adentre en el, encendí el motor.

-¿Me darás el aventón?- Soltó incrédula.

Sonreí y baje el vidrio mientras retrocedia el auto fuera del garaje.

- Oh pero tan dulce e inocente Mia...- Ella me miró sin entender.- Y no olvidemos lo ingenua.

Me fulminó con la mirada.

-Al cabo que ni queria irme en tu mugroso auto- Se encogió de hombros dirigiendose a su motocicleta.

Entonces sonó un trueno tan estridente que dio un salto, el cielo de un momento a otro se habia vuelto de un gris muy oscuro.

Enemigo de la InfanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora