Capítulo 18: Pretextos idiotas.

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-¡Quiero que sepas que esto me ha parecido una película!- Solté asombrada, en un grito.

Los que ahi se encontraban me fulminaron con la mirada por hacer ruido en la biblioteca, algunos hasta se atrevieron a callarme. 

Los ignoré por completo y me incliné hacia Sami.

-¿Y llevaste las pruebas a la policía?

Negó y bajo la mirada.

-Pues aun no.

-¿Por qué?- Fruncí el ceño.

-Supongo que tengo un poco de miedo...-Soltó como si le costara.

-¿De qué hablas? ¡es un sucio, debe pagar!

-¡Shh!- Escuché.

Volqué los ojos.

-Lo sé, lo sé- Tranquilizó.- Lo haré, solo necesito tiempo para procesar todo esto.

Suspiré.

-Entiendo, pero debes hacerlo Sami... debes recuperar tu casa- Solté simple.

Finalmente salimos de la biblioteca y le di un abrazo, con muchas ganas debia admitir.

-Eres de las personas más fuertes que conozco- Susurré.- No tenías por qué haber pasado por esto sola, lamento no haber estado para ti.

Me devolvió el abrazo con la misma fuerza.

-Fui yo la que me alejé...- Respondió.-Y además no estuve sola, no hubiera podido hacer nada de esto sin la ayuda de Dylan.

Nos separamos y me meti las manos dentro de los bolsillos de mi sudadera.

-Pensarás que es el mismísimo diablo encubierto, pero la verdad es que... creo que en el fondo es una buena persona.

La miré muy de cerca a ver si estaba aguantando la risa o algo, pero su rostro estaba tan serio que en verdad no habian rastros de que lo que decia era un simple juego. En realidad tenia la palabra "sinceridad" tatuada en su rostro. Quise reirme ante tal comentario pero las risas no salieron, a quién podia engañar, hasta yo ya estaba empezando a creer que Dylan no era tan malo.

-Supongo que...debería agradecerle- Solté por lo bajo.

-Deberias invitarlo a cenar o algo así- Se encogió de hombros.

-¿Qué dices?- La fulminé con la mirada.- Solo pensaba en decirle gracias, literalmente.

-Pienso que un helado estaria bien...- Sonrió y empezó a caminar.

-¿Un helado? estás de broma- Me queje.- Salir por un helado con alguien es como... como una cita.

¿Y por qué no?- Ladeó el rostro.

Mi cerebro estaba haciendo corto circuito, ¿o era el de Samantha?

-¿Cómo que por qué?- Solté con exaspero.- ¡Es Dylan!

Llegamos a su casillero y ella guardo un par de libros y cogió su abrigo.

-¿Y?- No dejaba de sonreir "inocentemente" y eso me ponia de los nervios.- Se conocen de toda la vida, seguramente ni lo vea como una cita.

Suspiré frustrada.

-Si, lo conozco de toda la vida. Pero eso no significa que nos llevemos de maravilla y que vayamos todos los domingos por un helado- Solté borde.- Lo verá extraño... ¡es más! quizás hasta me rechacé por lo ridícula de la idea- Me crucé de brazos.- Hasta yo lo haría.

Volcó los ojos.

-Intentalo, te podrás sorprender- Me dedicó una última sonrisa y se giró en dirección a la salida, agitándo su mano para despedirse.

Enemigo de la InfanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora