Capítulo 24: Un toque suave.

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-Esto es inaudito Mia- Mi padre se paseaba de un lado a otro refunfuñándo y lanzándome dagas con los ojos.

Yo me encontraba en el sofá, de brazos cruzados y con cara de pocos amigos escuchándo la reprimenda de papá acerca de lo sucedido en el juego y nuestro número de baile.

-A pesar de que he sido permisivo contigo, este es el resultado que consigo. No solo tienes malas calificaciones en la escuela, sino que también tienes un mal comportamiento.- Soltó borde.-¿Cómo es posible que el director dijera que tienes reputación de "provocadora"?

No pude evitar que se me escapara una risita.

Provocadora después de ese baile y mi vestimenta, desde luego. 

-¿Crees que es gracioso?- Soltó tajante, haciendo que al instante se me borrara la sonrisa.

-No...

Suspiró audiblemente y se acarició las sienes.

-¿Hay alguna razón por la cual estes actuando de esta forma?- Trató de suavizar la voz, pero le salió terrible.

Habia un par de razones, por ejemplo Dylan.

-La escuela no se me da tan bien...- Susurré.- Estoy trabajando en eso.

-¿Cómo explicas tu comportamiento en la escuela?- Alzó las cejas.- Siempre has sido una chica tranquila, ¿Por qué de repente todo cambio?

Bajé la vista y me mordi el labio.

De acuerdo, admitia que quizás la situación se me habia escapado de las manos y pudo haber sido algo inapropiado, pero ¿acaso no estaba permitido hacer algún tipo de locura en la escuela? nadie habia salido lastimado. Solo queria demostrarle a Dylan que su intento  de intentar humillarme siendo la mascota del equipo le habia salido mal, y quizás... impresionarlo un poco con mi presentación.

-Solo fue algo de una vez... pensé que seria divertido- Me encogí de hombros.

-Pues mira las consecuencias de eso.

Suspiré.

-Intento entenderte- Continuó y se acercó a mi.- ¿Se trata de alguna fase o algo?

Fruncí el ceño, era estúpido. Le lancé una mirada a mamá en búsqueda de apoyo pero digamos que esta vez no podia ponerse de mi lado.

-No se trata de niguna fase- Repliqué.- ¿Puedo irme? debo adelantar mis deberes.

A papá no le gustó mi respuesta pero se contuvo.

-Vendras directo a casa luego de la escuela, nada de salidas ni fiestas ¿entendido?- Hizo una pausa.- Y te quiero estudiando todos los días, incluidos los fines de semana.

Suspiré perpleja.

-¿Esto es un régimen militar o qué?- Me quejé.- ¡Dame un respiro!

Papá me fulminó con la mirada de manera mortal, pero no me asustaba. Me crucé de brazos y me puse de pie con la intención de irme.

-No hemos terminado señorita.- Alzó la voz.

-Yo creo que si.

-¡Mia!

Volqué los ojos.

-Ve a tu habitación- Habló mamá a mi dirección y luego se giró hacia mi padre tratando de calmarlo.

Sali corriendo y cerré la puerta de mi habitación tras de mi.

Sabia que era cuestión de tiempo a que papá se enterara y estallara de furia, solo esperaba que con el tiempo se le pasara la molestia y fuera un poco más flexible conmigo.

Enemigo de la InfanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora