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Estaba aterrado. 

Mientras más veía el libro, más se daba cuenta de que aquel mundo estaba perdido. No había forma en la que una diosa como lo era la rosa, perdonara la vida de aquel lugar. Mucho menos con la información que estaba escrita aquí. También se seguía preguntando quien había sido el que le entregara el libro al niño. 

El hombre suspiro con pesadez. Masajeándose el puente de la nariz mientras procesaba todo. 

El contenido del libro se entendía una vez lo dabas vuelta y seguramente, estando solo. Una vez Tubbo se fue de su casa, estuvo casi una hora tratando de descifrar como leerlo correctamente; sin llegar a ningún resultado. Hasta que claro, como la cosas no pudieran volverse aún más extrañas, aquel libro brillo de un dorado suave y una vez lo tomo, ahora las paginas ilegibles estaban en orden. Y era una carta, o más bien, parecía un aviso. 

Letra clara y suave, escrita con la mayor elegancia que alguien pudiera tener. Tinta dorada que era símbolo de divinidad que brillaba de forma suave a la hora de ser iluminado. 

" El tiempo se agota. Ladrón, eres un ladrón.
Me tienes enojada, la ira se escapa de mi cuerpo.
Insolente imbécil, voy por lo que es mío.
Tu tiempo se agota.
Ladrón"

Un escalofrío le recorrió la espalda.
Ese niño, solo por ese niño. . . Todos estaban condenados.

[ Yellow  ] • Karmaland V • PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora