Revelaciones (Parte II)

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LONDRES, INGLATERRA

— CAMILA

(... )

El hombre parado cerca de la puerta del dormitorio vestía un shendyt de lino blanco con adornos dorados y azules, su abdomen firme y desnudo estaba cubierto con algunos símbolos al igual que sus brazos, y un collar de oro y piedras anchas de lapislázuli adornaban su cuello y cuello pecho. En la cabeza llevaba una corona de oro labrado en forma de cabeza de halcón, dos piedras de lapislázuli que representaban los ojos del ave real.

Horus.

O su personificación. En las leyendas egipcias, Horus estaba representado en el cuerpo de un hombre con cabeza de halcón.

Allí, sin embargo, a pesar de parecerse a un humano, su ojo derecho era extremadamente azul casi hasta el punto de brillar. Azul como el cielo en un día despejado. Mientras que el lado izquierdo, el ojo que había perdido en el enfrentamiento con Set, estaba cubierto por un parche blanco con su amuleto bordado en hilos azul oscuro.

Se acercó y Laurenebti inclinó suavemente la cabeza. Camila quedó completamente paralizada junto a la princesa, sin poder reaccionar ante su presencia. De cuerpo ancho y fuerte, se elevaba casi dos cabezas por encima de ella.

Horus, sin embargo, sería el encargado de guiarla en esa búsqueda inconsciente del paradero de la daga.

—No tengas miedo. Él te guiará. —Le dijo Laurenebti a la cubana en voz baja.

Con un gesto tranquilo, extendió la mano y tocó la cabeza de Camila, haciendo que su cuerpo se relajara rápidamente y la dejara en un estado de sueño profundo. Laurenebti se apresuró a recoger su cuerpo en sus brazos y la acostó en la cama.

—¿Que está sucediendo? —Preguntó Dinah perdida, asustada.

—Está todo bien. Es parte del proceso, ¿De acuerdo? Horus la ayudará a descubrir el paradero de la daga.

—Ah... Horus... Por supuesto. Mi padre celestial... —Apenas respiraba.

—Al hijarat. —Pronunció en voz baja y profunda, indicando las piedras.

Laurenebti entendió y, luego de acomodar el cuerpo de Camila sobre la cama, tomó las piedras y las colocó entre sus manos.

Horus materializó una piedra de lapislázuli y se acercó, colocándola en la frente de Camila. El lapislázuli es una piedra que tiene el poder de aumentar la intuición y el poder psíquico, fortaleciendo la mente y la capacidad espiritual.

Por esa razón, era la piedra que el Dios del cielo llevaba consigo, y era su poder vital lo que le abriría la mente a lo que estaba por venir.

Atrapada en su subconsciente, Camila abrió los ojos y pronto se dio cuenta de que estaba en medio del desierto.

No entendía muy bien lo que estaba pasando, tal vez era un sueño, así que siguió su intuición porque era todo lo que tenía en ese momento.

Giró sobre sus talones y pronto sus ojos encontraron algo familiar. Vio la gran puerta redonda de metal sólido en el suelo a menos de tres metros de ella. El cementerio mercurial.

Con pasos deliberados pero firmes, se acercó. El pasaje estaba completamente abierto, el aire frío subía, tocándole la cara y haciendo que su cabello se agitara ligeramente. Sin entender, miró hacia abajo y solo vio oscuridad, exactamente como la recordaba. ¿Por qué la habían llevado allí?

Estaba buscando el cuerpo de la daga, recordó. Entonces, ¿Estaría allí abajo? E incluso si lo fuera, ¿Cómo bajaría?

Miró a su alrededor y todo lo que vio fue esa gran extensión de arena, más allá de eso, un pico de montaña al norte que parecía bailar a través de las partículas de arena que la brisa levantaba y las olas de calor que emanaban del suelo.

The Chosen (Camren) - TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora