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Capítulo ocho

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Capítulo ocho

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La primera vez que me dijeron que iba a ser padre entré en pánico

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La primera vez que me dijeron que iba a ser padre entré en pánico. Recuerdo haber mirado a Carolina a la espera que me dijera que se trataba de una broma, que aquella noche que habíamos pasado juntos no había terminado en ella esperando un hijo mío. Sin embargo, el embarazo era real. La rubia estaba de dos meses y medio cuando se enteró que estaba gestando a Davi en su vientre.

Aún tengo presente la conversación que tuve con mis padres cuando les conté que Carolina estaba embaraza. Todavía podía escuchar el llanto de mamá que evidenciaba una mezcla entre alegría y preocupación al ver que su hijo, un adolescente de diecinueve años, se iba a convertir en padre. Y cómo olvidar la mirada de decepción que me dio papá, con el terror de que su boleto de salida de la pobreza se quedara estancado para siempre en Brasil, en el Santos. Apavorado de que mis decisiones hubieran acabado con mi carrera para siempre.

El hecho de que mi padre fuera al mismo tiempo mi representante no había hecho más que enfriar la relación. Una relación que al principio fue casi perfecta, yo sabía que contaba con él, con su apoyo, con su abrazo. Incluso cuando los problemas no parecían querer abandonar nuestra familia, yo tenía la certeza que nunca me iba a faltar su mano.

Pero luego él descubrió mi talento. Se dio cuenta de que quizás yo podía ser todo lo que él no había sido, que podía tener una carrera futbolística mucho más próspera que la suya. Y ese había sido el principio del fin de nosotros como padre e hijo.

Intenté ser para Davi todo lo que mi padre no fue para mí. Para él la paternidad siempre se vio reducida a lo económico, incluso para Carolina fue difícil la convivencia porque él dejó en claro que tener un hijo era fácil si se tenía dinero, pero tanto ella como yo sabíamos que eso no era así. Davi necesitaba padres presentes, que estuvieran ahí si a él le dolía la panza, si tenía gripe o si se le caía un diente. Padres que velaran por su educación y formación, que tuvieran siempre presente que lo primordial era su bienestar. Y eso no había dinero que lo pagase.

Esperaba poder ser así con el limoncito verde que venía en camino. Daría lo mejor de mí para que las cosas salieran bien. Lo mío con Carol no había funcionado y ahora me contentaba con tener a Davi en España y no en Brasil, por lo menos Barcelona quedaba más cerca de París. Sin embargo, lo que teníamos con Sarita era para siempre. Este bebé iba a tener algo que su hermano no tuvo.

𝗙𝗮𝗺𝗲 𝟮 |𝗡𝗲𝘆𝗺𝗮𝗿 𝗝𝗿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora