Hope esperaba en la orilla del parque mientras el frio se colaba en sus huesos. No sabía que le costaba más, si sujetar el paraguas para no mojarse, que en realidad no le servía de nada, o mantener caliente su cuerpo. La naturaleza en Ruga era cruel e inmisericorde con los que estaban a su merced, pero ella ya estaba acostumbrada. Una tormenta no era nada a comparación de otros maltratos, maltratos que había soportado durante muchos años y había escapado de ellos. ¿Qué era una simple lluvia a comparación de eso?
Mientras las ráfagas de viento creaban cortinas invisibles de gotas de lluvia, Hope se inclinaba para poder ver al jovencito salir de entre los árboles o caminando en el fondo por el andador. Sin embargo, no se veía ni un alma en el Parque.
-Quizá y tomó el otro camino. - Se dijo a si misma Hope, mientras comenzaba a caminar en rumbo a donde Peter se había ido. Había sido idea suya separarse para esperar al chico por ambos lados, aunque, ella también tenía sus motivaciones para no estar tan cerca de Peter cuando se volvía más paternal. Hope odiaba a ese tipo cuando se comportaba como un padre de verdad. Desde que había llegado a la catedral, había sido de lo más arrogante y pedante, y ella podía con eso, simplemente lo ignoraba y pensaba que era un pesado que había entrado a las fuerzas de la fe para ser un radical opositor de algunas creencias, lo cual creía, atraería más gente a la iglesia. Pues claro, de joven era muy atractivo, muy juguetón y con un espíritu inagotable de bondad y amigable. Solo alteraba la paz que antes existía en la catedral.
Y haber adoptado a ese niño fue la cúspide de su locura. Simplemente lo volvió más terco, más egocéntrico y más retador. Pero a estas alturas no podía culparlo. Llevaba de igual manera las marcas de sus decisiones, decisiones que había tomado aun antes de ser padre, en ambos sentidos.
Bueno, ni que yo hubiera sido diferente. Pensó
Hope Trinidad, nacida en el sur del continente había sido una chica revoltosa y problemática. Cuando tenía catorce años ya había escapado de cas al menos 3 veces. Había tenido su primer novio a los doce y había sido un chico mayor que ella. Tuvo su primera relación sexual a los trece. Y por fin decidió escapar de casa de sus padres a los 16 con un Hombre ya de mayor edad. Fue feliz por un buen tiempo, hasta que aquel hombre comenzó a golpearla por cualquier cosa.
Hope apartó de inmediato esos pensamientos de su cabeza, por esa razón tampoco le gustaba salir de la iglesia. Su nuevo hogar, a miles de Kilómetros de su lugar de origen, de su familia, de su antigua vida.
-Maldita sea niño. - Dijo mientras comenzaba a caminar hacia la orilla del parque, atravesando la ya inundada calle. La poca corriente que había movió sus piernas un poco, ya a sus 50 años sus rodillas le pasaban factura de todas esas veces que había tropezado mientras jugaba de niña, o las veces que era empujada al suelo. De nuevo esos recuerdos, pero siguió caminando a través del agua hasta que sus mojados pies llegaron a la otra baqueta.
Peter iba a estar aproximadamente a 5 cuadras de ahí, pasando los andadores de la zona comercial del centro. Esperando a que el chico saliera de entre la poca gente que aún estaba refugiándose. Aquel viejo iba a estar caminando a contra corriente solo por buscar al chico, de seguro llamará la atención. Como siempre alterando el orden, era quizá su distintivo en la vida. Hope sonrió un poco debajo de su paraguas.
Y pensar que ahora a sus casi 50 años y moribundo, seguía igual de terco...Pensó. No lo soportaba. Ese cabello bien peinado y con algunas canas, esa barba de chivo y sus lentes clásicos rectangulares. Hope no podía evitarlo. Desde hace 16 años que había admitido estar enamorada de él.
Siempre le cayó mal, pesimamente. Por no respetar la autoridad, por siempre llevarle la contraria a todos y más al Cardenal Brenner. Brenner nunca había sido un tipo malo. Solo que era muy ortodoxo con su forma de liderar. Y Peter era todo lo contrario. Era un rebelde. Aunque ambos iban encaminados a la misma misión, tenía cada uno su visión. Eso le hizo recordar cuando ella llegó a ser la ama de llaves de la catedral, era una chica sencilla que venía del sur, dejando su país, su gente, y toda su vida. A pesar de que no era la mejor vida.
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Sweet Demon Heart :el Dulce Corazón De Un Demonio
Fantasy¿Que se espera del demonio de la destrucción, cuando vive en el corazón de un simple y noble jovencito? Es la pregunta que una ángel elite de batalla se hace cuando conoce a Dante, un chico de 16 años que a pesar de tener un corazón dulce y amable...