Cuando Dante abrió la puerta de su habitación ya eran las 11 de la noche. Estaba increíblemente exhausto y apenas se había percatado de ello. Se quitó la camisa y dejó su mochila tirada junto a su escritorio y de una manera colosal, se dejó caer en su cama que rechinó más estrepitosamente de lo que le hubiera gustado, sin embargo, ese sonido poco a poco lo fue arrullando hasta que todo se volvió oscuro.
En sus sueños, Dante estaba recorriendo de nuevo aquel parque, pero era de noche. Solo podía ver algunos faros dando su luz amarilla entre los arboles negros como el cielo nocturno. El vapor de su respiración le hizo consiente del increíble frio que sentía, lo cual hizo que se abrazara a sí mismo para darse calor, Pero el frio que sentía estaba tan adherido a su interior que por más que calentara su piel, sus órganos se congelaban. Bajo sus pies, el andador que cruzaba de punta a punta el parque hecho de un piso color rojo, parecía eterno, pues no alcanzaba a ver el final a pesar de que la Catedral debía estar a simple vista, con el par de torres características siempre alumbradas con luces doradas. Pero esta vez no había nada al fondo, solo oscuridad. Siguió andando de igual manera, pero por alguna extraña razón una duda llegó a su mente. ¿Si no hay final al frente, lo habrá atrás? Cuando decidió girar su cuello y ver qué era lo que había dejado tras de sí, solo miró el mismo andador rojo que llevaba a la oscuridad. Sin embargo, no era lo único que estaba ahí.
Unos enormes ojos que parecían flamas, leguas de fuego que salían de su pupila para terminar en un anaranjado intenso y una pupila vertical como si de un felino o una serpiente se tratase. Estaban mínimo a unos 4 metros del suelo, y eran enormes. Casi del tamaño de un balón de futbol americano. Cuando debajo de aquellos ojos, también salió un vapor anaranjado por la respiración de aquel ser, miró parte de un horrible y deformado rostro, uno que estaba paso a paso acercándose más al chico. Dante comenzó a correr lo más rápido que pudo, mientras sentía en la planta de los pies el peso de los pasos de lo que sea que lo estaba persiguiendo. No sentía que aumentara el ritmo, sin embargo, los sentía cada vez más cerca. Por fin en su subconsciente, Dante tomó más velocidad y comenzaba a ganar terreno mientras seguía adentrándose en aquel andador infinito que no llegaba a ningún lado. Al menos aquella cosa ya había quedado atrás.
Mientras seguía corriendo, un extraño ruido le llamó la atención. Eran pisadas corriendo, ero era algo más pequeño. Después otras de su lado izquierdo. Y mientras buscaba con la mirada que era lo que parecía acercarse a él. Una gran ráfaga de viento lo golpeó desde arriba, acompañado de un fuerte sonido como si de una lámina blandiéndose se tratara. De pronto ya no era un par de pies lo que escuchaba, sino una gran cantidad de pisadas las que se aproximaban hacia él con gran velocidad, al igual que aquellos sonidos estruendosos de algo blandiéndose en el aire, parecían... ¿Alas?
Por mero reflejo, Dante se agachó antes de que algo que soltó un chirrido agudo pasara junto a él. Dejando tras de sí un horrible olor parecido a carne podrida y vinagre muy concentrado. Por más que acelerara el paso, sus piernas no le eran suficientes para poder dejar atrás a aquella horda que ya se encontraba detrás de él. El inquietante bullicio de chirridos, gritos, bufidos y rugidos detrás de él estaba alcanzándolo, dejándolo sin aire. Estaban justo detrás de él, fue quizá muy tarde para percatarse que se había dado de bruces con algo que no vio frente a él, cayendo de nalgas mientras un agudo dolor en la cara le invadía el cerebro. Cuando levantó la mirada, vio una resplandeciente armadura de un metal blanquecino con detalles dorados, parecía muy brillante, sin embargo, daba el aspecto de ser muy vieja. Parecía simplemente estar suspendida en el aire. El yelmo estaba compuesto de una cruz dorada donde debería ser la zona T de un rostro, a excepción de un par de curvas paralelas que salían desde la barbilla hasta formar las comisuras de unos ojos vacíos, haciéndolo parecer un rostro inexpresivo, vacío. Le recordó a...
ESTÁS LEYENDO
Sweet Demon Heart :el Dulce Corazón De Un Demonio
Fantasy¿Que se espera del demonio de la destrucción, cuando vive en el corazón de un simple y noble jovencito? Es la pregunta que una ángel elite de batalla se hace cuando conoce a Dante, un chico de 16 años que a pesar de tener un corazón dulce y amable...