El principio del fin.

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NARRADOR OMNISCIENTE.

Algunas horas después, todos los soldados de la base se reunieron en la sala de juntas. Dentro también estaban Luz y el resto de sus aliados y amigos de otros mundos. Anne, Marcy, los Plantar, Mugre, Juvina, Lady Olivia, Star, Marco, la Alta Comisión de Magia, Eclipsa, los Pines y Pacífica. Incluso a pesar de las objeciones de algunos, Mabel y Moon fueron recibidas, aunque mantenían su distancia.

-Ya tenemos un plan-anunció Camila-. Los datos que recabó uno de los vuelos de reconocimiento de la Fuerza Aérea confirman que hay una grieta en los escudos que rodean los castillos de Belos y Andrias, en las turbinas que permiten que se eleven.

-La mala noticia es que no son tan grandes como para atacar desde ahí-dijo la general Waybright-. Pero la buena noticia es que podemos meter un grupo pequeño a través de esas grietas y permitirles apagar el escudo de adentro.

-Anne y los Plantar se encargarán de enfrentar a las tropas de Andrias-dijo Marcy-. Yo iré con Juvina y Lady Olivia para desactivar el escudo del castillo de Andrias desde adentro.

-Mis amigos y yo nos encargamos de las tropas de Belos-dijo Luz.

-Papá y yo nos encargaremos del escudo-dijo Vee-. Somos los que conocen mejor el castillo, sé dónde está la sala de control.

-Yo iré a reunir al resto del aquelarre de la chica mala-dijo Eda-. Todavía debe haber humanos atrapados en medio de la batalla, tenemos que ayudarlos.

 -Las ranas de la Resistencia también ayudarán a evacuar a los civiles-dijo Mugre-. Me emocionaría más estar en la batalla, pero creo que eso ya está bien cubierto.

-No olvidemos a los guerreros solarianos-dijo Star-. Si Eclipsa tiene razón, y por lo general siempre la tiene, la única forma de vencerlos es venciendo a Mina, lo que causaría una reacción en cadena que haría caer a todos los demás, pero no será tarea fácil.

-Hay que alejarla de cualquier zona habitada para no poner en peligro a nadie al momento de lanzar mi hechizo de aniquilación-dijo Eclipsa-. Es la única forma de vencerla.

-Por mucho que odiemos admitirlo, tiene razón-dijo Marco-. Cuando caigan los guerreros y los escudos, deberíamos poder recuperar el cielo y la batalla en tierra será más fácil, ¿no?

-Es la idea-dijo la general Waybright.

-¿No están olvidando un pequeño detalle llamado Bill?-dijo Pacífica.

-Creo que la niña tiene razón-dijo Willow-. No podemos vencerlo, nadie puede.

-Pero lo intentaremos-dijo Dipper-. Bill será probablemente nuestro enemigo más difícil a vencer, pero no tenemos más opción que intentarlo hasta ganar...

-O se acaben los intentos-admitió Luz, haciendo que se formara un silencio incómodo.

Les gustara o no, esa era la vuelta final. Todo lo que habían hecho hasta ese momento, toda su lucha, se resumía a ese punto. Ese era el final, y no tenían nada asegurado. Podían ganar, podían perder, no lo sabían. Lo que si sabían era que de no hacer nada todo lo que conocían, todas las personas a las que amaba, desaparecerían para siempre, y ellos mismos también. Así que respirando hondo, Luz tomó una vez más la palabra.

-Oigan, no les puedo prometer que ganaremos, ni combinando todas nuestras habilidades y conocimientos. A partir de ahora estamos en terreno desconocido, lo sé, y estoy tan aterrada como ustedes.

-Que inspirador, Luz-dijo Lilith con sarcasmo.

-Pero si nos quedamos aquí, esta guerra jamás terminará y condenaremos a nuestros mundos, a todos los mundos de hecho. Cuando llegué a las Islas, pensé que había sido un accidente, que había tenido suerte nada más. Ahora sé que no, que así era como debía ser. Llámenlo destino o como quieran, no lo sé. Lo que sí sé es que ahora tenemos la oportunidad de detener esta guerra de una vez por todas y evitar más gente inocente muera. Los errores del pasado no deberían marcar nuestro futuro, ni el de nadie más.

El día de la Unidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora