✓ |Halley.| Teen Wolf.| Liam Dunbar.

49| ¡Rayos!

49. ¡Rayos!:

Los cinco observábamos el techo, y por cinco me refiero a Corey, Liam, Masón, Scott y yo, bastante entretenidos por cómo había quedado la casa después de la terrible fiesta del día anterior.

─¿Así fue como entró?─. Preguntó la Quimera, boquiabierta al igual que todos con la mancha negra en el techo.

─¿Qué es eso?─. Cuestionó el Beta a lado de mí.

─Es el punto de impacto de un rayo─. Informó el único humano, ante las líneas negras unidas. Parecía estar quemado.

─Normalmente se encuentran este tipo de manchas carbonizadas en el suelo tras una tormenta eléctrica fuerte─. Continué yo, casi maravillada. ─No lo había visto...─.

─Así es como el Jinete Fantasma entró. Montó un rayo─. Murmuró él Alfa, cayendo en cuenta en el poder que los entes llevaban.

─Si pueden utilizar los rayos para pasar el Serbal...─. Inició una suposición mi chico, entre asustado y asombrado.

─Ningún lugar es seguro─. Terminó el moreno.

─¿Y qué pasa con los demás? Están marcados por mi culpa─. Recordó el Camaleón, casi dirigiendo el tema a otro lugar. Chasqueé los dedos, dándole la razón.

─Es verdad. Tenemos que protegerlos si no queremos que medio Instituto termine desaparecido─. Jugué con mis manos, mientras Scott asentía, concordando conmigo.

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El muchacho terminó de acomodar la almohada en el suelo, quitándose los zapatos de sus pies, metido en sus propios asuntos. Honestamente, me sentía agradecida con él, abrazando la colcha que cubría mi cuerpo con el pijama mientras mi Alfa suspiraba, a punto de acostarse en el suelo a lado de su cama.

─¿Scott?─. El chico alzó el rostro ante mi llamado, y titubeé un poco, terminando por sonreír amistosa. ─Gracias por dejar que me quedara aquí en tu casa─. Agradecí en un susurro, con la oscuridad de la noche rodeandonos.

─También es tu casa, Halley. Sabes que por mamá no hay problema, ella te adora─. Mis mejillas se sintieron rosadas suavemente ante su declaración.

─Aún así, gracias. Salvas a esta alma de terminar en Eichen House─. Susurré, haciéndolo asentir.

─Sé que en tu casa las cosas están complicadas, siéntete libre de quedarte aquí cuando quieras─. Pareció dudar un momento antes de seguir hablando. ─Y te aseguro que no le diré nada a Liam─. Continuó, haciéndome tragar en seco ante sus palabras.

─¿Es muy obvio?─. Le cuestioné, lo que le hizo encogerse de hombros.

─No comprendo por qué no quieres decírselo─. Pasé mi lengua sobre mis labios.

─Él... Yo sé que si le pido quedarme en su casa me dirá que sí, pero no... No lo sé. De alguna manera es vergonzoso con sus padres─. Arqueó una ceja.

─¿Conoces la palabra vergonzoso?─. Golpeé su rostro con una de las almohadas a mi alrededor, lanzandola en su rostro.

─Tengo decencia─. Aseguré, haciéndolo reír.