Luck

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Ya varias horas se encontraba caminando. La verdad no se sentía cansada, tal vez esto de ser una maldición le dio más resistencia de la que solía tener. Miro a los lejos y vio una luces, un valle..¿acaso sería buena idea ir? Suspiró y siguió para adelante. Así llegando a la entrada del pueblo, la verdad está a nerviosa, acaso sería como las brujas y la quemarán. Entró al pueblo y siguió por las distintas calles, la mayoría eran tiendas y mercadillos. Aunque se dio cuenta que la mayoría de personas no notaban su presencia. Miraba cada local, cada persona pero aún así nadie la miraba de vuelta. Se sintió sola. Ya no podría tener una vida normal.

Estaba vagando por las calles y entró a un callejón, se apoyo en una de las paredes y se rindió, así cayendo al suelo con la pared como soporte. ¿Que haría ahora? Estaba sola, completamente sola. Varias lágrimas salieron de sus ojos provocando un llanto para la maldición. Se encontraba tan centrada en sus pensamiento que no se dio cuenta de que una anciana le intentaba llamar la atención

-Pequeña, ¿te encuentras bien?-preguntó amable una señora de mayor edad. Esto le tomó de sorpresa y la miro. La mujer tenía el cabello blanco, encorvada y sus ojos los traía tapados por una tela. ¿Acaso era ciega?

-¿Te encuentras bien pequeña?-preguntó nuevamente con una sonrisa en su rostro

-Yo-yo-tartamudeo

-Tranquila pequeña, estas confundida ¿no es asi?-preguntó amable.

-Ven acompáñame-habló la mujer mayor y le extendió la mano. La chica la tomó con desconfianza pero siguió a la mujer mayor. Ella se adentraba en las concurridas calles y le sorprendió que no se topará con nadie en el camino. Paró en varios sitios para comprar y seguía su camino hacia las afueras del pueblo. La chica la siguió como un cachorro perdido, y se paro en la entrada principal. ¿Acaso aprovecharse estaba bien?

-Ven pasa-habló la anciana mientras abría la puerta y le dejaba el paso

-¿Estas segura? No me conoces-habló sincera

-Pequeña, quédate tranquila que no le diré a nadie pero por lo menos acompáñame a tomar el té-hizo una pausa

-Yo también estoy sola, que tal si nos acompañamos-sonrió la anciana

Ella solo asintió y pasó a la casa. Estaba bastante cuidada y tenía varios adornos extraños para su parecer, pero eso era lo menos que le importaba. La anciana apoyo sus bolsas de compras en una mesa y se dirijo a agarrar la tetera. Así rellenando con agua y apoyándola en el fuego para que se caliente. El agua se iba calentando poco a poco.

-Ohh querida ¿me puedes pasar las tazas? Están allá arriba-habló la señora mientras señala a un estante

-Si-si-habló apurada mientras agarraba las tazas con cuidado y las apoyaba en la mesa de la cocina.

-Muchas gracias querida-habló tranquila

La tetera hizo el silbido y la anciana la sacó del fuego y sirvió el agua caliente en ambas tazas, para luego ponerle un infusión de hojas y brotes. Revolvió ambas tazas además de ponerle azúcar y le alcanzó la taza a la chica. Ella la tomó con cuidado y soplo de ella para que se enfríe. ¿Acaso las maldición pueden comer?

-Ven, vamos al jardín-comentó la anciana mientras se dirijio a la parte trasera de la casa. La pequeña maldición siguió sus pasos y vio el jardín. Era hermoso, sumamente cuidado con flores de todo tipo y en una esquina había un árbol enorme, debajo de el se encontraba una mesa y tres sillas de metal, con adornados hermosos. La anciana se acercó y se sentó en una de las sillas apoyando la taza de té en la mesa. Ella se acercó suave y miró el asiento con duda ¿Acaso era esto lo correcto?

-Siéntate pequeña-sonrió

Con duda se sentó en la silla y miro el paisaje, la verdad era hermoso todo.

-Es hermoso, no es asi-le robó las palabras a la pequeña maldición

-Si-habló mientras miraba a su alrededor

-Cuando era más joven solía usar el columpio de alla-señaló, este estaba desgastado y con una soga rota

-Mi madre solía cuidar el jardín mientras yo jugaba a matar maldiciones-así provocando una toz de la pequeña maldición atragantarse con el té

-Pero eso fue hace tiempo, solía ser demasiado buena con la gente y testaruda-bufó mientras tomaba su té

-Pero bueno eso ya es el pasado-suspiró

-¿Como te llamas pequeña?-cuestionó

-Yo-yo-dudó en responder

-Yo soy Luck, Amaya-habló suave

-Y tu pequeña eres bastante joven por lo que veo ¿que edad tienes?-preguntó

-Yo tengo 22 años-comentó la chica

-¿Y sin esposo todavía?-interrogó la anciana

-Tenía un pretendiente pero mis padres no me dejaron casarme-habló melancólica

-Que pena querida-habló para tomar un sorbo de té y mirar hacia el cielo

-Si..-habló con delicadeza

-Si no tienes un lugar a donde ir, quédate conmigo pequeña-le dedico una sonrisa

-¿Estas segura? No quiero ser una molestia-habló preocupado

-Querida mia, no tengo a nadie en este momento, cada vez me vuelvo más vieja y apenas puedo hacer las tareas, no sería ningún problema que te quedes-habló la anciana

-Okay, muchas gracias-habló la maldición con una sonrisa

Así es como llegó al futon en uno de los cuartos de la casa de la anciana. Además de darle una muda de ropa y una habitación para ella

-Descansa querida-habló la anciana desde la puerta de la habitación

-Tu igual, descansa-habló ella

¿Acaso las maldiciones pueden dormir?

Luck | R.Sukuna |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora