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Han pasado varios años desde que Amaya llegó a la casa en el bosque junto a Hana y Noritoshi. A lo largo de ese tiempo, ella se ha convertido en una figura indispensable en la vida de la familia, cuidando del pequeño con amor y dedicación mientras cumple con sus deberes domésticos y sirve a sus amos con lealtad.

Ahora, Noritoshi ha crecido y cumplido cinco años. Su risa alegre y su energía inagotable llenan la casa con una sensación de alegría y vitalidad. Amaya lo ha visto crecer y desarrollarse, observando con orgullo cada hito en su vida y cada nuevo logro que alcanza.

El pequeño Noritoshi es un niño curioso e ingenioso, siempre explorando el mundo que lo rodea con una insaciable sed de conocimiento y aventura. Con cada día que pasa, ella ve crecer su vínculo con él, convirtiéndose en una figura materna y protectora que lo guía y cuida con amor incondicional.

En su quinto cumpleaños, Hana y Kamo organizan una pequeña celebración en honor a Noritoshi. Amaya se une a la celebración con entusiasmo, preparando una deliciosa comida y decorando la casa con globos y guirnaldas para la ocasión.

Cuando llega el momento de abrir los regalos, Noritoshi se emociona ante la idea de descubrir qué sorpresas le esperan. Con manos ansiosas, rasga el papel de envoltura para revelar los tesoros escondidos dentro de cada paquete, riendo y gritando de alegría con cada nuevo descubrimiento.

Entre los regalos, Amaya le entrega un pequeño libro de cuentos ilustrados, cuidadosamente hecho por ella. Noritoshi agarra el libro con emoción, sus ojos brillando de anticipación mientras examina las coloridas ilustraciones en cada página. Con un suspiro de satisfacción, se acomoda en el regazo de la maldición mientras ella le lee una de las historias, disfrutando de la magia y el encanto de los cuentos de hadas.

A medida que la tarde avanza, la casa se llena de risas y felicidad, con el chico jugando y correteando. En medio de la alegría y la celebración, Amaya se siente agradecida por la oportunidad de ser parte de la vida de Noritoshi, sabiendo que su amor y cuidado han dejado una huella indeleble en el corazón del niño.

Y así, mientras el sol se pone en el horizonte y la celebración llega a su fin, Amaya observa con cariño a nene mientras duerme plácidamente en su cama, su rostro tranquilo y sereno bajo la luz suave de la luna. En ese momento, Amaya sabe que, pase lo que pase en el futuro, siempre estará allí para proteger y cuidar al pequeño que ha llegado a significar tanto para ella.

...

En un día soleado y despejado, el pequeño Noritoshi correteaba por el jardín de la casa, sus risas resonando en el aire mientras disfrutaba de la libertad y la alegría de la infancia. Con cada paso que daba, sus zapatillas golpeaban el suelo con un ritmo alegre y despreocupado, mientras su cabello oscuro ondeaba al viento.

Amaya observaba desde la puerta de la casa, una sonrisa cariñosa iluminando su rostro mientras veía al pequeño Noritoshi jugar y explorar con entusiasmo el mundo que lo rodeaba. Con cada día que pasaba, Noritoshi se volvía más audaz y aventurero, siempre buscando nuevas formas de divertirse y descubrir el mundo que lo rodeaba.

En el jardín, él se detuvo frente a un montón de hojas secas amontonadas en un rincón, sus ojos brillando con emoción mientras contemplaba el potencial de diversión que representaban. Con un grito de alegría, se lanzó sobre las hojas, revolviéndolas con entusiasmo y risas mientras saltaba y jugaba en medio de la pila.

Amaya se rió suavemente ante la vista, su corazón lleno de alegría al ver la felicidad pura y la inocencia de Noritoshi mientras se sumergía en su mundo de juegos y aventuras. Para ella, aquellos momentos eran preciosos tesoros que atesoraría por siempre en su corazón, recordándole la belleza y la magia de la infancia.

Luck | R.Sukuna |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora