šťastie

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Bajo la luz plateada de la luna, Amaya y Sukuna descansaban junto al sereno río. El susurro del agua y el suave crujir de las hojas formaban la sinfonía de la noche, creando un escenario perfecto para las revelaciones que estaban por llegar.

Ambos ya se encontraban limpios mientras que Amaya se encontraba a las orillas del limpiando la suciedad de su ropa. Con solo su top y sus pantalones cortos, dejando al descubierto las marcas de batalla en su piel. Sukuna, a cierta distancia, observaba en silencio mientras el resplandor de la luna realzaba la fuerza y ​​la fragilidad en su figura.

Amaya se levantó, permitiendo que las gotas de agua del río resbalaran por su piel. Observó a Sukuna haciendo una mueca.

-Hay algo más, ¿verdad? Algo que aún no has compartido-susurró Amaya, sintiendo la presencia de verdades ocultas en la atmósfera. Sukuna sostuvo su mirada con seriedad antes de ceder.

-No quiero asustarte-confesó, revelando rareza en busca de tranquilidad.

-¿De que me podría asustar en este momento?-habló ella con un suspiro.

-Las maldiciones cambian algunas evolucionan-continuo él

-No te asustes de los cambios de tu cuerpo-habló haciendo referencia a sus manos.

-No estoy asustada...solo sorprendida-habló mirando sus manos.

-Me imagino que a ti también te pasó lo mismo, ¿no?-continuó ella

Sukuna asintió con solemnidad, recordando su propia transformación.

-Sí, comprendo lo que significa ver cómo tu ser se adapta a la esencia de una maldición. Pero también se que es dificil verse al espejo-explicó Sukuna, con una mirada que revelaba una complicidad más profunda.

Amaya, absorbiendo las palabras de Sukuna, reflexionó sobre la dualidad de su existencia. Ella miró su reflejo en el agua.

-Verme al espejo ha sido un desafío. La imagen que devuelve no es la misma que recordaba. Pero, supongo que estas transformaciones son el precio que pagamos por el hecho de ser maldiciones-expresó Amaya, con una mezcla de aceptación y melancolía.

Sukuna se acercó a Amaya, observando también el reflejo en el agua con una mirada contemplativa.

-Las maldiciones, al evolucionar, nos despojan de la humanidad que conocíamos. Pero también nos otorgan un poder que pocos comprenden. Es un equilibrio delicado entre la pérdida y la ganancia-reflexionó Sukuna, sus palabras llevando consigo el peso de su experiencia.

Amaya se sumió en un momento de silencio, mientras la luz de la luna acariciaba la superficie del río. Las sombras danzaban en el agua, reflejando la dualidad que ahora residía en su interior.

-¿Y tu?-preguntó ella

-¿Como reaccionas a tener más brazos de lo normal?-preguntó

-Al principio me asusté-confesó

-Pero luego intente hacer malabares, pero no me salio-río recordando.

Amaya sonrió ante la imagen de Sukuna intentando hacer malabares con sus brazos adicionales. La ligereza en el ambiente contrastaba con la seriedad previa.

-Malabares, ¿eh? Quizás deberías considerar un nuevo acto en el mundo de las maldiciones-bromeó Amaya, rompiendo la tensión con complicidad.

Sukuna, aunque inicialmente sorprendido por su respuesta, no pudo evitar soltar una risa profunda.

-Tal vez debería. ¿Quién sabe? Podría ser el entretenimiento de moda en el inframundo-respondió Sukuna, revelando un atisbo de su peculiar sentido del humor.

Luck | R.Sukuna |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora