Después de sellar el trato, Kamo llevó a Amaya a una casa alejada en el bosque, rodeada por árboles altos y espesos que creaban un ambiente de aislamiento y misterio. A medida que se adentraban en el bosque, Amaya observaba con cautela su entorno, preguntándose qué le depararía el destino en aquel lugar apartado.
Al llegar a la casa, Kamo le frenó en la puerta.
–No tienes que herir a nadie, solo proteger a dos personas con tu vida ¿entiendes?–habló
Amaya asintió con seriedad, entendiendo la advertencia de Kamo. Aunque su papel como maldición personal de Kamo implicaba servirle y cumplir sus órdenes.
–Entendido, señor Kamo. Haré todo lo posible para protegerlos –respondió Amaya con determinación, consciente de la responsabilidad que recaía sobre sus hombros.
Kamo la observó por un momento, evaluando su respuesta con atención antes de asentir con satisfacción.
–Bien. Confío en que cumplirás tu deber sino sabes cual sera tu castigo. Ahora, acompáñame y te mostraré tu nuevo hogar–dijo Kamo, abriendo la puerta y permitiendo que Amaya entrara primero.
La condujo hacia la puerta y la hizo entrar. El interior era modesto pero acogedor, con muebles sencillos y decoración rústica que le daban un aire de calidez y tranquilidad. Mientras Amaya exploraba la casa con curiosidad, escuchó pasos acercándose desde otra habitación.
Entonces, apareció una mujer joven con un bebé en brazos. Sus ojos se iluminaron al ver a Kamo, y una sonrisa cálida iluminó su rostro.
–¡Kamo, has vuelto!–exclamó la mujer con alegría, acercándose para abrazar al hechicero.
–Sí, y he traído a alguien conmigo–respondió Kamo, señalando hacia la maldición.
–Esta es una maldición, mi nueva maldición personal, lo que quiero decir es que te ayudará con lo que necesites.–
La mujer miró a Amaya con curiosidad y compasión, reconociendo la mirada cansada y preocupada en sus ojos. Sin embargo, su sonrisa no se desvaneció, y extendió una mano amigable hacia Amaya.
–Bienvenida. Soy Hana, y este es mi hijo pequeño, Noritoshi–dijo la mujer, presentando al bebé que dormitaba tranquilamente en sus brazos.
Amaya devolvió el saludo con timidez, sintiéndose un poco fuera de lugar en aquel ambiente familiar y acogedor. Sin embargo, también se sintió reconfortada por la amabilidad de Hana y la calidez de su bienvenida.
–Es un placer conocerte, Hana. Gracias por recibirme en tu hogar–respondió Amaya con cortesía, tratando de ocultar su nerviosismo.
Kamo observó la interacción con interés, pareciendo satisfecho con la reacción de Amaya ante su nuevo entorno. Sin embargo, su expresión seguía siendo seria y autoritaria, recordándole a Amaya su posición como su maldición personal y las responsabilidades que ello conllevaba.
Mientras tanto, el bebé Noritoshi bostezó y abrió los ojos, revelando unos grandes ojos oscuros llenos de curiosidad y asombro al ver a Amaya. Un destello de ternura brilló en los ojos de Amaya al contemplar al pequeño, sintiendo una conexión instantánea con él a pesar de sus diferencias.
La mirada del hechicero le resultaba familiar a Amaya, como si evocara recuerdos de alguien que había conocido en el pasado. A medida que lo observaba, un destello de reconocimiento brilló en su mente, trayendo consigo la imagen de una figura borrosa, una sombra de un tiempo olvidado.
Entonces, como un eco distante, los recuerdos empezaron a cobrar forma en la mente de Amaya. Y en medio de aquel torbellino de recuerdos, una figura destacaba por encima de todas las demás: la de alguien que había sido su amigo.
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Luck | R.Sukuna |
FanfictionUna recién nacida maldicion se encuentra en un mundo de cambios para ella. Se encuentra con un tal Rey acaso la ayudara o empeorará las cosas