Geluk

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Entre risas y bromas, compartieron ese breve momento de tranquilidad en las aguas del río. Amaya se permitió sonreír, olvidando por un instante las sombras del pasado y la carga de la venganza.

La luz de la luna iluminaba el claro del bosque mientras Sukuna y Amaya descansaban cerca del río. Aunque la amenaza de una coalición de clanes hechiceros se cernía sobre ellos, en ese momento, la paz reinaba en el bosque.

Amaya se tumbó en la hierba, observando las estrellas, y Sukuna se acomodó a su lado.

Bajo la luz de la luna, Sukuna compartió historias de su pasado, mezclando momentos oscuros con anécdotas ligeras. Amaya escuchaba con atención, descubriendo capas del antiguo Ryomen Sukuna que no esperaba. La complicidad entre ambos crecía con cada palabra compartida, forjando un vínculo que trascendía la venganza que los unía.

Mientras la noche avanzaba, Amaya y Sukuna se sumergieron en un sueño reparador, preparándose para el desafío que les esperaba al enfrentar la coalición de clanes hechiceros decididos a detenerlos.

Mientras la noche avanzaba, Amaya y Sukuna se sumergieron en un sueño reparador, preparándose para el desafío que les esperaba al enfrentar la coalición de clanes hechiceros decididos a detenerlos

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El amanecer tiñó el cielo con tonalidades doradas y rosadas, anunciando un nuevo día lleno de incertidumbre y desafíos. Amaya y Sukuna se despertaron, renovados y listos para continuar su camino.

–¿Listos para otro día de aventuras? –preguntó Sukuna, mostrando una sonrisa juguetona.

Amaya asintió, levantándose del suelo

–Sí, pero primero debemos ir a la tumba de la abuela. Necesitamos enterrar estos ojos y asegurarnos de que descansen en paz–dijo con determinación, sosteniendo la caja con los ojos de Gojo.

Sukuna asintió con seriedad, reconociendo la importancia de ese acto para Amaya. Juntos, dejaron el lugar y se dirigieron hacia el cementerio donde yacía la abuela Gojo.

El camino hacia la tumba estuvo marcado por un silencio respetuoso. Amaya, con la mirada fija en la caja, reflexionaba sobre la travesía que habían enfrentado hasta ahora. Sukuna, a su lado, caminaba con una presencia imponente pero respetuosa.

Al llegar al cementerio o mejor dicho colina, la atmósfera se volvió solemne. Amaya se arrodilló frente a la tumba de su abuela, con la caja entre las manos. Sukuna permaneció a su lado, observando en silencio.

–Con este acto, espero que encuentres la paz, abuela. Que estos ojos vuelvan a ser tuyos, aunque solo sea en el más allá–dijo Amaya, colocando con cuidado la caja sobre la lápida.

El viento susurró entre los árboles, como si la naturaleza misma respondiera al momento de despedida. Sukuna, aunque no mostraba emociones abiertamente, respetaba el ritual y la conexión de Amaya con su abuela.

–Que encuentres el descanso eterno –añadió Amaya en un susurro, antes de ponerse de pie.

El deber cumplido, se alejaron del cementerio, dejando atrás la tumba de la abuela Gojo. El camino continuaba, y los desafíos aguardaban, pero Amaya y Sukuna avanzaban con una nueva comprensión y un lazo más fuerte.

...

Amaya y Sukuna continuaron su viaje, guiados por un destino desconocido. Después de dejar atrás el cementerio, se adentraron en un valle rodeado de colinas, donde la brisa fresca llevaba consigo el perfume de la naturaleza.

A medida que avanzaban, notaron un bullicio que crecía a lo lejos. Curiosos, se acercaron y descubrieron que estaban llegando a un evento típico japonés que se celebraba en el valle. El lugar estaba decorado con linternas de papel, exhibiciones de arte y coloridos puestos de comida.

–Parece que hemos llegado a tiempo para un festival –observó Sukuna, notando la animada atmósfera del lugar.

Amaya sonrió, sintiendo la energía positiva que emanaba del evento. Aunque su misión era seria, decidió aprovechar la oportunidad para disfrutar del festival y quizás obtener información útil.

–Vamos a explorar un poco. Podríamos encontrar pistas o, al menos, algo de distracción temporal –propuso Amaya.

Ambos se mezclaron con la multitud, disfrutando de las actuaciones tradicionales y probando las delicias culinarias del festival. A pesar de la intensidad de su búsqueda, encontraron un breve respiro en la alegría efímera del evento.

Mientras paseaban por los coloridos puestos, notaron un altar especial dedicado a las maldiciones y la protección contra ellas. Amaya se detuvo frente al altar con interés, sintiendo una conexión con el tema. Aunque se podría decir que este altar no funcionaba muy bien que digamos.

...

Amaya, caminando entre los coloridos puestos del evento japonés, se encontró con una anciana que parecía emanar un aire místico. La mujer, sentada frente a una pequeña mesa adornada con símbolos y amuletos, levantó la mirada al notar la presencia de Amaya.

–Joven maldición, veo un destino intrincado y oscuro que se entrelaza contigo–dijo la anciana con una voz cargada de misterio.

Amaya, intrigada pero cautelosa, se acercó y se sentó frente a la anciana.

–No tengo temor de mi destino, pero estoy dispuesta a escuchar lo que tengas para decir–respondió la maldición con determinación.

La anciana cerró los ojos por un momento, como si estuviera sintonizando con fuerzas invisibles. Después de un breve silencio, abrió los ojos y comenzó a relatar visiones y símbolos enigmáticos.

–Veo un lazo poderoso, un vínculo entre la luz y la oscuridad. En tu camino, hallarás desafíos que pondrán a prueba tu valentía y lealtad. Sin embargo, también veo una oportunidad para la redención y el equilibrio. El destino, como un hilo fino, teje su trama a tu alrededor.–habló con serenidad

Amaya, reflexiva, absorbió las palabras de la anciana. Aunque escéptica, algo en la expresión de la mujer resonaba con la verdad.

–¿Qué más ves en mi camino?–preguntó Amaya, buscando más detalles sobre su futuro incierto.

La anciana, con una mirada penetrante, continuó compartiendo visiones y símbolos, desentrañando un destino en el que Amaya se vería envuelta en un conflicto más grande de lo que podía imaginar.

Mientras la lectura avanzaba, Amaya se preguntaba si estas visiones eran simplemente ilusiones o si detrás de las palabras de la anciana se ocultaba una verdad más profunda sobre su papel en el mundo de las maldiciones.

Luck | R.Sukuna |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora