Una Linda Anomalía || Miguel O'hara ||

Capítulo 5

Solo diré que si me gano el sentimiento al estar escribiendo este capítulo, así que no me odien, 🥺

Espero les guste <3

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Tierra-928

No supo en que momento se había quedado dormida, solo recuerda haber estado jugando con la chica bonita Gwen y el señor Botas, oyendo aventuras de la chica, y de un momento a otro se sintió con sueño, quería seguir jugando y escuchando las historias, pero su cuerpo y ojos no decían lo mismo.

Solo se removió porque sintió calentito, era muy suave, y era cómodo, oía voces en forma de eco, pero no le importo, aquel calor que la rodeaba era demasiado cómodo para moverse un centímetro.

Comenzó a soñar con las historias Gwen, soñaba que se balanceaba entre los aires, atrapaba a los malos, golpeaba a las personas malas, y era una heroína, quien diría que algo tal cool, la hacia sentir tan bien.

Pero no todo era color de rosa

Comenzo a ver lugares de poca luz, un pasillo tan familiar que le era difícil de olvidar. Las voces, los rostros en sus sueños se volvían oscuras y de malas intenciones.

El cuerpo tiene memoria muscular, y no solo para acciones que estabas acostumbrado a hacer, también lo era cuando eras sometido a constantes dolores físicos, tu cuerpo pese a no estarlo presentando, incluso en sueños, tu cuerpo reacciona, el dulce sueño se transformó en una pesadilla.

Su cuerpo sentía todo en el sueño, cada inyección, cada cortada, cada extremidad atada a la fría mesa de metal, incluso era tanto el dolor que pese a estar desmayada, aun sentía ardor en su cuerpo. Pero sobre todo en sus ojos. La luz blanca era la única que podía distinguir, y cegarla. Su cuerpo se mueve brutalmente, cosa que no paso desapercibida para la persona dormida a su lado.

—¡Elina, despierta!— Miguel había despertado cuando sentía los movimientos bruscos de la pequeña— ¡Tranquila, despierta! — parecía no tener éxito.

La tomo en brazos, para pegarla a su pecho, tratando qué los movimientos cesaran

—¡No quiero, no, suéltenme! — gritaba la pequeña, su cuerpo se contraía, como sufriendo un espasmo.

Miguel no supo que hacer en ese momento, verla de esa manera le hacía doler su corazón, pero más que la pequeña apretaba sus dientes, lo que provocó qué un pequeño hilo de sangre fluyera por sus labios.

—¡Elina, escucha! Nadie te va a hacer daño, ya no, tranquila— acariciaba su cabeza, estaba llena de sudor, al igual que su frente pálida — Despierta Elina, ya todo esta bien

Sus intentos por calmarla daban frutos, poco a poco su cuerpo iba relajándose, su respiración agitada iba cesando, sus ojos se abrían poco a poco, con pocas lágrimas en ellos, pudo divisar al hombre que la tenía en brazos con una cara llena de preocupación.

—Tranquila, ya todo esta bien— dijo, calmando incluso su propia respiración, y acariciando la pequeña cabeza que estaba en sus brazos.

Quién iba a decir que esa acción, tan simple pero tan cálida, haría que en la mente de la pequeña una suave y tierna voz le dijera