Tierra-928
Miguel y Elina, habían regresado después de largos días de no pisar su hogar. La luz entrando por las ventanas les daba una sensación de calidez, aunque fuera un hogar de dos.
Miguel decidió preparar algo de comer, un aperitivo, cuando Elina se acercó, asomándose por un costado de Miguel, quien sonrió.
—¿Te puedo ayudar papá? — la pequeña miro a su papá.
—Muy bien, ven — Miguel le puso una bata de cocina
Ambos comenzaron a preparar, Miguel le decía como tenia que hacerlo, y Elina, con sus pequeñas manos, la cara de concentración qué tenía era encantadora, con la lengua de fuera. Concentración absoluta.
Con alegría se dedicaron a preparar la cena, Elina le había preguntado si podían preparar panques, Miguel acepto esa sugerencia. La pequeña le había dicho que Gwen le había dado a probar uno, y dijo que se habían convertido en su segundo postre favorito, después de los hotcakes. Así que imaginarán, ambos, sobretodo Elina, terminaron llenos de harina, huevo y azúcar. Y al final salió algo que parecía una mezcla muy líquida y amarilla, quizás por los huevos qué agregaron y la vainilla. Pero cuando los comenzaron a comer, sabian bien.
Después de comer su intento de panques, tomaron un baño, la pequeña en la enorme tina jugando con un tiburón de hule, si por ella fuera se habría quedado ahí para siempre, pero sus manos y pies comenzaron arrugarse, y el agua empezaba a enfriarse.
—¡Ya llego Elina! — grito la pequeña entrando con su ropa limpia
—Bienvenida princesa — Miguel ya estaba en su conjunto deportivo, cargo a la pequeña y ella lo abrazo — ¿Disfrutaste tu baño?
—Sí, pero mis dedos se estaban arrugando, y el agua se empezó a enfriar — dijo enseñándole sus dedos, qué apenas mostraban señal de que estuvieron arrugados
—Parecen pequeñas pasas — Miguel se burlo de ella, pero agarro una de sus manos y la apretó
—Papá eres muy malo conmigo— su puchero y Miguel se enterneció.
—¿Soy malo? — entendía que ella pensará así, ya le había dado razones para hacerlo
—Siempre te burlas de mi, no es justo — la pequeña se cruzo de brazos, e infló sus mejillas del enojo — Pero te perdono porque eres mi papá — lo miro, aun con su puchero
—Pero aún así eres bonita mi niña — Miguel beso la mejilla inflada de la pequeña
—¿Soy bonita papá? — su rostro cambio a uno más alegre, haciendo que Miguel sonriera por su cambio de humor.
—La más bonita mija' — Miguel beso su frente, causando una risita en ella.
El resto del día, se la pasaron en su hogar, por órdenes de Jess, ya que no quería que Miguel se excediera, además no iba a permitir que volviera a descuidar a su hija.
Elina jugaba con la pelota de soccer qué Miguel le regalo, divertida en el área de entrenamiento qué estaba vacío en esos momentos, él le enseñaba del deporte, su tiempo de padre e hija era lo más importante. Jugaron casi todo el día, llenos de algo de sudor, señal de que ambos se la pasaron jugando. El entusiasmo y la energía de la pequeña acabaron rápidamente con Miguel, sin duda, ya había olvidado esa encantadora sensación, de tener un momento de amor incondicional.
Decidieron regresar al aquel departamento del cuartel, el cielo se estaba poniendo oscuro, y la pequeña parecía cansado por tanto jugar, pero antes de que durmiera, debía tomar un baño de nuevo. Cargo a Elina y la recargo en uno de sus hombros, mientras que con su mano libre llevaba su pelota.
Nuevamente el baño fue lo más divertido, dos baños de tina en un día era un sueño. sin duda era lo más genial. Cuando el agua se enfrió y sus dedos se volvieron a arrugar, salió de aquella enorme tina y se puso su pijama de pingüino (regalo de Peter) junto a su bata de dormir. Salio envuelta en una cortina de vapor. Suspiro y sonrió, amaba los baños de tina, pero un ruido fuerte, y un destello, acabo con esa sonrisa. Y entonces los golpeteos en una de las ventanas del apartamento se hicieron presente, estaba comenzando a llover, y parecía ser una tormenta eléctrica. La pequeña asombrada por las luces de la ciudad abajo del complejo era impresionante y el suave golpeteo de la lluvia le parecía hermoso, sino hubiera sido por otro relámpago qué la asusto. Haciendo que gritará y corriera a su habitación, y nuevamente, un relámpago y un trueno qué cayeron cerca la hicieron gritar, oculta bajo todas las cobijas de su cama. Su grito fue oído por el mayor, quien corrió rápidamente a su habitación
—Elina, ¿Qué pasa estás bien?— pregunto preocupado, mirando en varias direcciones de la habitación, hasta encontrarse con el pequeño bultito de su hija, envuelta en las grandes cobijas de su cama, aliviando un poco su corazón — Elina, ¿estás bien?
Levanto poco a poco las sábanas, buscando a su hija entre ellas, y se topo con su cabello negro, levanto un poco más las sábanas, y ahí estaba, acostada de lado, hecha bolita, con una mano abrazando al tiburón de peluche y su gatito, y con la otra tapándose su oído descubierto, apretando sus pequeños párpados, con un minúsculas rastro de lágrimas.
—Eli... Ya todo esta bien, papá está aquí, él va a protegerte— Miguel acaricio la cabeza de la pequeña, qué abrió los ojos para encontraerse con la dulce mirada de su papá.
Se incorporo rápidamente y abrazo a su papá fuertemente, temblaba un poco, pero trataba qué no
—Ya mi niña, ¿Qué pasó? — pregunto, envolviéndola en sus brazos, acariciando su cabeza
—Es que... Me dan miedo los rayos, son muy feos — la pequeña apretó un poco más su agarre. Y un trueno se hizo presente en los cielos del cuartel, y la pequeña pego un grito, agachandose en la cama, pegada en el pecho de Miguel.
—Tranquila mi niña, ningún rayo va hacerte daño, yo estaré aquí para protegerte — abrazo y cargo a la pequeña, la llevo al pequeño pasillo que estaba a un lado de la enorme ventana.
Se sentó enfrente del ventanal, con su espalda recargada en la pared, y puso a la pequeña en su regazo, tapando sus oídos, con sus grandes manos, casi envolviendo su cabeza. Se aseguró de que ningún rayo fuerte cayera, los ojos de Elina se enfocaron en aquel ventanal, sin oír nada, pero miro la lluvia que golpeaba el vidrio, y aquellos destellos qué venían del cielo, con grandes líneas brillantes y distorsionadas, qué desaparecían en su inmensidad, era un espectáculo de luces impresionante. Miguel noto que su pequeña, poco a poco se inclinaba hacia adelante, en dirección de aquel ventanal.
Poco a poco retiraba sus manos de sus pequeños oídos, dejando que oyera los truenos y admirara los relámpagos, incluso a los que caían más cerca, y eran más estrepitosos, aunque esos todavía le provocaban un pequeño susto, ya no era como los momentos antes. Y llego al punto, en que retiró por completo sus manos. Los relámpagos y trueno, la lluvia y la brisa qué chocaban contra aquella ventana era asombroso a los ojos de la pequeña, parecía magia, un enorme espectáculo de luces Nocturnos.
La pequeña se levantó de su regazo, y se acercó a aquel vidrio, casi recargada de puntitas al filo del marco, mirando aquel show de luces. Miguel sonrió, no basto qué dijera alguna palabra, solo le mostró lo hermoso que puede ser una tormenta, porque él amaba la lluvia. Y ahora podía compartir ese gusto con su hija. Un rayo y un trueno cayeron arriba del complejo, el trueno hizo qué el vidrio vibrara un poco pero a diferencia de los primeros que Elina vio, este ya no le dio miedo, no grito, no se asusto, solo miro asombrada aquellas enormes luces.
Elina, ya no le tenía miedo a las tormentas, y no solo a las eléctricas.
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Una Linda Anomalía || Miguel O'hara ||
FanficMiguel creía que la felicidad, una vida sencilla... Una familia, no era para él, después de conocer a su variante, inocentemente acepto la oportunidad, qué lo haría perderlo todo. Negando una mínima posibilidad. Eso, hasta que vio aquellos ojos caf...