Tierra-928
Las cosas en el cuartel no pudieron estar mejor, todos volvían a lo que alguna vez desearon hacer, su única preocupación era las anomalías que todavía causaban destrozos en diversos universos.
El tiempo paso lento pero seguro, Miles ya era un miembro oficial de la asociación, con un nuevo traje y un reloj propios, cortesía de Jess.
Miguel por su parte, su mutación le hacía tener una recuperación algo lenta, pero eso no era importante, no cuando su hija iba a cuidarlo todos los días. Trabajaba desde su cama, no dejaba de ser el jefe por muy mal herido que estuviera, aunque Jess también le ayudaba en ese aspecto. Las cosas estaban mejor, los Spiders cumplían misiones por la secuelas de aquella batalla, y luego recordó algo.
-Elina
-¿Si papá? - sonrió la pequeña parada aun lado de la camilla
-Dime... ¿Por qué te sabes las claves de los programas de mi plataforma? - la mirada sería e inexpresiva de Miguel, puso nerviosa a la pequeña
-Yo... Tu... Tu no te preocupaste de cubrirlo cuando estaba ahí - Miguel alzó una ceja, no le creyó- Perdón... Pero deberías tener más cuidado con eso papá - Miguel se sorprendió por eso.
-Pequeña ¡traviesa! - Miguel cargo a Elina, comenzando a revolver su cabello y hacerle cosquillas, inundando la habitación de risas de ambos- No vuelvas a hacer eso, cuando tengas edad suficiente podrás usarlas, ¿esta bien? - Miguel miro a Elina qué ahora estaba sentada su lado, con su puchero y la mirada evasiva, evitando mirarlo
-Si papá... - Miguel sonrió por el gesto de su hija, realmente no estaba enojado, estaba orgulloso de ella.
Su tiempo entre ambos era lo que más le gustaba, ver a su hija ser ella, amable, cariñosa, alegre, inteligente, feliz y sonriente. Miguel estaba agradecido, porque esa pequeña, le había salvado de muchas formas.
Antes de Elina, él creía que su vida seguiría sumida en una oscuridad abrazadora, creía que no podría ser feliz, se preocupaba por que nadie, cometiera un error como el suyo. Pero cuando rescato a la pequeña, su vida dio un giro inesperado, como una estrella qué vino a sacarlo del agujero negro donde estaba, con su gran brillo, y su sonrisa. Por eso "Elina" su estrella, su luz.
Sabía que aun le faltaba mucho por recorrer para ser un mejor padre, pero aprenderá en el proceso, su primera hija, le había enseñado a como amar a alguien incondicionalmente, y Elina no sería la excepción, ella le enseñaría a ser una mejor persona.
El día se hacía cada vez, más oscuro, el atardecer se hacía presente en el cuartel, pero el cansancio no se hace presente, porque tener a su estrella, jugando a su lado, con una linda sonrisa, dándole uno que otro dulce, su corazón estaba en paz.
-Elina...- llamo a la pequeña, qué estaba en un extremo de la cama, coloreando y comiendo los dulces que le regalo Jess.
-¿Sí? - sus mejillas mostraban el bultito de tener la boca llena. La mirada de su hija, parecía tener pequeñas estrellas en sus orbes.
-Ven aquí - señaló al espacio junto a él, y Elina gateo hasta y se acomodo en ese pequeño hueco.
Elina lo abrazo, restregando su rostro en el costado de Miguel. Él acaricio suavemente ese cabello oscuro que tenía, en su rostro decorado con su linda sonrisa y sus mejillas color rosado, calentaron el corazón de Miguel, ese momento se sentía mágico. La pequeña comenzaba a sentirse cansada, estaba a punto de dormirse
-Elina tiene sueñito... - dio un gran bostezo, y tallo su ojo, evidentemente de que su cansancio estaba haciéndose presente.
-Hay que dormir - el cansancio era contagioso, la pequeña sonrió, y se acurrucó con él.
Miguel se recostó a su lado, mirándola dormir, nuevamente, la pequeña dormía con las comisuras de sus labios levemente alzados, parecía sonreír.
-Te quiero mucho Eli... -susurro, acariciando su cabello y mejilla, embelesado por ese momento, que solo le pertenecía a él
-Yo también te quiero papi... - no esperaba, qué la pequeña aún lo oyera
Miguel sonrió, y un sonrojo apareció en su rostro. Jamás había estado tan agradecido con el universo, por darle su nuevo inicio, con la pequeña que ahora estaba dormida entre sus brazos. Disfrutando ese momento juntos. Hasta que el cansancio, se hizo presente.
•
La pequeña despertó en medio de la noche, se sentía cómoda en donde estaba, calentita, protegida, removió su rostro y abrió lentamente los ojos. Los brazos de Miguel la mantenían, cerca de él, Elina volteo hacia arriba, su papá después de tanto tiempo parecía dormir tranquilo, sonrió y se apego más a él, para volver a dormir.
Los días siguientes fueron días de paz, Miguel se recupero de pronto, aun tenia algunos moretones y heridas, pero según él con un poco de el suero qué mantenía sus células además de estar en movilidad. Rápidamente regreso a sus labores si mucho ajetreo. Al igual que Elina
-¿Usted no se lastimo señor Tom? - pregunto la pequeña dándole un sorbo a su jugo de manzana
-Mentiría si te dijera que no, pero son gajes del oficio, las cicatrices son lo más valioso de los guerreros- ajustando sus guantes de su mano.
-¿Y que significan? - miro atenta a su mentor
-Significan... Valor, honor y... Sacrificio, claro pueden cambiar dependiendo de la persona, pero para mi eso significan- sonrió haciéndose ver COOL ante su estudiante
-¡Es increíble! - dijo la pequeña feliz de entender el significado.
-Elina... Miguel te esta esperando - apareció Lyla en el gizmo de la pequeña.
-¡Oh, Ya voy! - la pequeña de un sorbo enorme se acabó lo que quedaba de su jugo
-Parece, qué el jefe te esta enseñando algo útil - dijo Tom, acomodando muñecos de prueba
-¡Sí! Me esta enseñando a usar las computadoras de la plataforma y Margo también me esta ayudando - la pequeña guardo rápidamente sus pertenencias
-Me parece bien, después de todo eres una muy buena aprendiz - alago a la pequeña.
-¡Gracias! - cargo su mochila - ¡Nos vemos luego señor Tom! - corrió fuera de la sala de entrenamiento, despidiéndose con su manita al hombre
-Adiós... - respondió, mirando a la pequeña alejarse.
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Una Linda Anomalía || Miguel O'hara ||
FanfictionMiguel creía que la felicidad, una vida sencilla... Una familia, no era para él, después de conocer a su variante, inocentemente acepto la oportunidad, qué lo haría perderlo todo. Negando una mínima posibilidad. Eso, hasta que vio aquellos ojos caf...