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Ahora Kyojuro estaba en el auto de nuevo mientras sus audífonos reproducían el soundtrack de una de las tantas películas que llegó a ver. Akaza, por supuesto, estaba manejando.

Cuando sintió de nuevo el coche frenar frente a la reja de la mansión, miró con curiosidad como el Alfa bajaba el vidrio, después sacaba su brazo y ponía una de sus dedos en un lector de huellas. La reja se abrió en automático y después el auto volvió a arrancar, estacionándose dentro.

La lluvia escurría por las ventanas, y el rubio ahora tenía puesto uno de los tantos Impermeables que Akaza le había comprado. Era justamente el que el pelirrosa había visto por internet: El blanco con estrellitas amarillas. Cuando el menor salió del auto, rodeo el vehículo hasta llegar a la puerta contraria, y solo así, Kyojuro se quitó sus audífonos y los metió a su morral, guardandolos. Extendió sus brazos hacia el Alfa cuando la puerta fue abierta no sin antes ponerse el gorro del impermeable.

Akaza estaba mojandose por la lluvia, él no tenía un gorro en su chaqueta, y al ser de cuero, parecía que la humedad enfriaba la parte interior de esta misma. Sus botas militares rosadas ahora estaban llenas de lodo y barro. Tomó al Omega desde abajo de los brazos y torso, para cargarlo y pegarlo a su cuerpo. Cuando el mayor se aferró a su cuerpo con sus piernas, cerró la puerta del auto de una débil patada. Y solo así, el pelirrosa empezó a caminar entre la intensa lluvia hasta el portón de la casa.

— A... Aka-

— Lo sé. — le respondió, bajando a Kyojuro justo en la entrada mientras que el portón se abría.

Cuando finalmente estaba completamente abierto de par en par, Kyojuro fue el primero en entrar mientras se quitaba el impermeable, y —para sorpresa de Akaza— lo dejaba en uno de los percheros.

El Alfa se quedó de pie, en la entrada de la casa mientras escuchaba la incesante lluvia aumentar en agresividad «Mañana lloverá también quizá» fue lo que pensó, y después espero en el umbral de la puerta. Kyojuro ya no estaba en su vista, pero estaba completamente seguro de lo que haría, no era la primera vez, y seguramente tampoco la última.

Pasaron pocos segundos hasta que el Omega estaba de nuevo frente a él, con unas bolsas de hule. Akaza se quitó la chaqueta, y la extendió al ajeno el cuál la metió a una de las bolsas. Después, se quitó los zapatos y Kyojuro también los tomo, poniéndolos en una bolsa aparte.

Entró a la casa estando descalzo. Si bien era una costumbre nacional entrar sin zapatos a la casa, a él jamás le había gustado, y siempre entraba con sus botas o lo que sea que tuviera puesto; sin embargo, con la llegada de Kyojuro, había adoptado esta tradición para evitar ensuciar el suelo o dejar la mínima pizca de suciedad.

Ahora, ya dentro de su propia casa y en total silencio, se estiró mientras se sentaba en el sofá. Kyojuro había ido al cuarto de lavado como era costumbre, pero, a diferencia de los demás días, una pequeña capa de melancolía cubría por completo el día. Después de la terapia que tuvo el Omega con Aizetsu, este había salido con un rostro inexpresivo, pero con los ojos vidriosos.

A pesar de ya estar acostumbrado a aquella mirada triste, por alguna extraña razón, está vez le pegó más que las anteriores.

Negó con su cabeza unos segundos, como si intentara borrar sus pensamientos.

Las dos horas consecutivas después de llegar a casa, fueron silenciosas. Ninguno de los dos hablo. Tampoco la tercera, ni la cuarta, ni hasta que finalmente anocheció.

Era como si se estuvieran evitando, y de nuevo, aquel sentimiento de que algo no estaba bien pero sin saber que era, empezó a corcomerlo por dentro.

Ahora, él aún en el sofá estaba mirando canales aleatorios. No le interesaba ninguno, y a decir verdad no tenía ganas de absolutamente nada. Kyojuro estaba en el cuarto de lavado, más específicamente en el sótano en donde estaba su gimnasio. A diferencia de las otras veces en donde sentía ansiedad de dejarlo solo y lo acompañaba a todos lados, está vez se sentía diferente.

"THE MURDER OF ME." |⚠ +18| Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora