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Finalmente había amanecido, Akaza ahora estaba en la cocina preparando un jugo con proteína para Kyojuro. La sensación asquerosa de la inquietud aún perturbaba el ambiente, pero al menos no tanto como anoche. Incómodo, miró al reloj de la casa; si bien la mayoría de reuniones eran en las noches, está vez sería especial debido a la disolución de las cuartas Lunas Superiores, siendo la mafia de los Warabihime. Daki, al ser la líder, era quien se encargaba de todo mientras que su hermano terminaba de estudiar su carrera. Ambos se ayudaban, Gyutaro se deshacía de los que le estorbaban a su hermana, y al mismo tiempo aprendía más sobre anatomía humana para mejorar su práctica y calificaciones en su universidad.

Pero ahora que Daki estaba muerta, Gyutaro no sabía cómo manejar la situación solo, el tiempo en su escuela abarcaba casi todo su día, y el trabajo de su hermana era prácticamente de toda la noche hasta el amanecer, y para cuando eso llegara, el tenía que estar de vuelta en la universidad. Le era, prácticamente, imposible.

Así que había recorrido a Douma como apoyo. Al inicio se sintió incómodo porque otro de sus amigos posiblemente le dejaría de hablar, pero al imaginarse en la situación tan horrible por la que había pasado Gyutaro le hacía sentir culpable de nuevo. Y, aunque quisiera negarlo, tenía parte de culpa por dejar que Daki de fuera sola.

Cuando finalmente había acabado de preparar el jugo, lo dejó en la nevera con una nota sobre la hora en donde debía consumirlo. No sé había encontrado en toda la mañana con Kyojuro, y a decir verdad esperaba que así siguiera; el ambiente de sentía inquietante para él y al no estar tan acostumbrando a tanto estrés después de volverse a medicar definitivamente le hacía sentir más frustrado que antes. Con pereza, buscó entre los cajones de la despensa para tomar su medición antiestres para evitar algún ataque de ira. Si bien sus dosis eran pequeñas, ahora consumía más por el impacto que le generó lo de Daki y la pelea con el rubio, ya que se había estresado bastante.

Cuando finalmente tomó su medicación, su celular vibró y por inercia lo sacó. Habían dos notificaciones, la primera era sobre que Gyutaro se había salido del grupo de amigos, quedándose él solo con Douma en el chat. La segunda, Yushiro ya estaba fuera de la reja con Chachamaru.

Con un suspiro respondió un «Ya voy» sin ganas, y empezó a caminar al portón de la casa; cuando salió se encontró con el Beta de ojos lilas con el casco de motocicleta puesto tras la reja con una caja transportadora para mascotas. Abrió la reja manualmente, y poniendo una débil sonrisa le saludó.

— Yushiro.

— Akaza. — Le respondió, y rápidamente inspeccionó al pelirrosa mientras sostenía la caja y esperaba a que el nombrado acabará de abrir la reja. No tardo mucho en darse cuenta de la mordida bastante profunda en la mano ajena, y, por su puesto, los arañazos que tenía desde el cuello hasta su rostro — Oye, ¿Eso te lo hizo el rubio?

Hubo un silencio mientras Akaza sostenía la reja con su mano herida de la manera más fuerte que podía, casi con impotencia. Cómo si de alguna forma pudiera desquitarse con ella. Por su parte, Yushiro aprovecho para mirar más el físico contrario; ojeras enormes, ojos perdidos y rojizos, arañazos con sangre seca y como si fuera una burla: una sonrisa en su rostro.

Al no escuchar una respuesta ante su pregunta, volvió a hablar pero sin querer ser tan invasivo.

— Deberías tratarte esa mordida. Las mordidas de los humanos son bastante peligrosas, tienen una probabilidad de infección bastante alta.

— Es irónico que digas eso, los Alfas marcamos a las personas. — respondió, a la defensiva.

— Si, pero es distinto. Los Omegas tienen una glándula especial para soportar las feromonas de una marca en su clavícula, siempre y cuando sea ahí. Si se les muerde en otro lado como el hombro, más arriba del cuello o en algúna otra parte, es peligroso. Y tú, aparte de no tener esa glándula, simplemente no está bien que permitas eso.

"THE MURDER OF ME." |⚠ +18| Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora