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Lo primero que Kyojuro escuchó al despertar, fueron gritos. Se levantó con pesadez de la cama y tallo sus ojos mientras se estiraba sobre el colchón. Su rostro, inexpresivo como casi siempre, inspeccionó la habitación mientras su mente divagaba entre los recuerdos húmedos de anoche. En su rostro se formó una sonrisa torcida, y por instinto llevó su mano a su clavícula, en donde, según él, tendría que haber una bonita mordida de propiedad.

Pero, no había nada.

Al inicio se sintió confundido, ¿Por qué Akaza no lo había marcado? ¿Qué no le había dicho que le amaba?

Cuando los gritos se intensificaron, se estiró en la cama e intento agudizar su oído, era la voz de Akaza, y había otra que le era extrañamente familiar; más no la reconocía del todo. Decidió levantarse del colchón, y pisar descalzo el suelo, para así, caminar hasta el mueble de la habitación que tenía un espejo.

Y, tal como ya sabía, no había ni una sola marca de mordida en su cuello.

El estrés empezó a invadirlo, de nuevo, pensó en que no era bonito, que algo le faltaba, y, que no era suficiente. Pensamientos relacionados a Daki empezaron a salir a flote en su mente sobre que la Omega era mucho mejor que él en todo aspecto, y que no era lo suficientemente atractivo o tenía tan bien cuerpo como ella, para poder ser marcado. Observó con detalle su cuerpo desnudo frente al espejo, y se odió.

Sintió asco, y pronto las náuseas empezaron a jugar en su contra. Por un momento pensó que entraría en pánico, pero no lo hizo, mientras tuviera un hijo con Akaza todo saldría bien, ¿No? No hacía falta una marca.

Suspiro algo frustrado y miró su rostro inexpresivo. Se arrepentia por lo que había hecho anoche, pero sabía que no podría hacer nada para remediar las cosas, le preocupaba que su novio se molestara con él, pero sabía que entendería la situación.

Eran tal para cual. Y lo sabía.

Desvío su mirada al fondo de la habitación en donde ya hacía el ropero, y empezó a caminar descalzo hacia el. Tomó lo primero que vio sin pensarlo mucho; una playera de algodón ligera color marrón, y un pants color blanco el cuál pertenecía al Alfa. Después, se colocó unos calcetines blancos y se dirigió a la entrada de la habitación. Salió de esta, y cerró la puerta tras sí mientras seguía escuchando los gritos de lo que parecía, una discusión.

Se recargo en el barandal sin querer bajar; olfateo un poco y encontró el olor a menta de Akaza, y... A nada.

Un olor a casi nada, era casi imperceptible, casi nulo; pero estaba ahí.

— ¿¡DÓNDE MIERDA ESTA MI HERMANA, SOYAMA!?

Escuchar aquel grito le hizo tensarse un poco en su lugar, y asomó su cabeza, para ver de quién se trataba. Aquella voz, le era bastante familiar, pero al mismo tiempo, desconocida.

«— Así qué... ¿Quieren que lo operé?»

Un escalofrío le recorrió, e intento mirar lo que ocurria en la planta baja sin querer bajar; miró al pelirrosa el cuál estaba parado frente a un hombre de menor estatura que él. Tenía cabello negro con las puntas color verdosas, unos ojos azules de un color intenso y lunares en el rostro.

— Es que yo no... — Empezó a decir el Alfa, titubeante mientras movía su pierna con ansiedad — A... Ayer se fue, y me quedé solo con mi familia y-

— ¿¡DEJASTE QUE SE FUERA SOLA!?

Kyojuro volvió a tensarse, y después de meditarlo unos segundos decidió que no quería intervenir. Así que, lenta y sigilosamente empezó a caminar por el pasillo hasta la oficina de Akaza, abrió la puerta como si se tratara del cuarto en el que dormía, y después se puso a limpiar. No era algo fuera de lo común, así que mientras escuchaba los gritos y sonidos de cosas siendo aventadas y/o rotas, empezó a ordenar primeramente el escritorio. Ordenó los cajones, y, finalmente, al abrir el último cajón un olor a vino le inundó.

"THE MURDER OF ME." |⚠ +18| Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora