El abismo del encuentro (cap 3)

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Capítulo 3
El abismo del encuentro.

Leah nunca conoció a sus padres, y quizás la primera y última vez que vio a su madre fue cuando esta le dio a luz; sin embargo, era muy pequeña como para tener un recuerdo de ella, o siquiera el sonido de su voz. Debido al abandono de sus padres, vivió la mitad de su vida encerrada en un orfanato junto a otros chicos y chicas iguales a ella, despreciados y abandonados por sus padres. No tenía ningún recuerdo de su infancia antes de su llegada al orfanato, era muy pequeña cuando llegó como para tener alguno. De como había llegado allí solo sabía lo que le habían contado las cuidadoras: "la abandonaron en las puertas del lugar cuando era apenas un bebé".

Nunca descubrieron la identidad de las o la persona que la había abandonado en las puertas del orfanato. Sin embargo, las cuidadoras dedujeron que había sido uno de sus padres, como suele pasar en muchos casos. La madre superiora que era la encargada del orfanato, ni siquiera se preocupó por averiguar de donde ella había llegado, al igual que con los demás niños. Pero todo tenía una razón.

Durante su larga y solitaria estancia en el orfanato, Leah hizo todo lo que estuvo dentro y fuera de sus manos para conseguir una familia que quisiera adoptarla, pero nunca paso era rechazada una y otra vez por todas las familias. A medida que iba creciendo presenciaba como los demás niños eran adoptados por diferentes familias y ella iba quedando en el olvido mientras crecía. El brillo de su vida se fue desvaneciendo gradualmente, y la esperanza de tener a alguien a su lado que la quisiera y cuidara como a los demás niños que eran adoptados y por fin liberados de este incesante sufrimiento, se perdía como el roció de la mañana con los primeros rayos de sol, hasta que sin esperarlo a los quince años conoció a Lucas un joven aspirante a oficial de policía. Después de varios encuentros y escapadas del orfanato, algo fue creciendo entre los dos, se enamoraron y quizás en un acto de ingenuidad juvenil prometieron casarse al ser mayores, a pesar de nunca formalizar nada hasta que Leah cumplió los diecisiete. Sin embargo, todo se derrumbó por la traición de Lucas.

Luego de que los vínculos que compartía con Lucas se rompieran dolorosamente, Leah ya no contaba con la compañía de nadie en el desolado mundo, nadie que se percatara de su ausencia. Tenía que enfrentar el duro hecho de que se encontraba al borde de un abismo junto al mismísimo demonio llamado Aamon Walton. Pero en cierto modo estaba aún con vida gracias a ese demonio.

[...]

Aamon se movía de un lado a otro en la habitación buscando algo con la mirada a la par que Leah lo observaba a él, hasta que se detuvo frente a un cajón del cual tomo unas cuerdas, y regreso al lugar donde se encontraba Leah aun observando todo. El reconfortante y acogedor silencio que inundaba el lugar fue interrumpido por la sensual y envolvente voz de Aamon.

- Recuéstate -le ordenó a Leah que estaba sentada al borde de la cama sin hacer ningún movimiento.

Entre sus manos Aamon llevaba su característica navaja, dándole a entender a Leah que si no obedecía le iría mal. Sin otra opción, la Leah obedeció a la orden de Aamon y se acostó en la cama en línea recta, colocando sus manos entrelazadas sobre su abdomen, fijando su mirada en el techo, de lo contrario quien sabe el castigó que podría darle ese demente si ella decidía negarse a su petición. El pelinegro se colocó sobre ella, manteniendo un poco de distancia entre sus cuerpos, le sujeto las manos y le llevo los brazos por detrás de su espalda y los amarró al respaldo de hierro de la cama. Asegurándose de que no fuera a escapar.

Con los nervios hasta el tope, y todo su cuerpo temblando, Leah le preguntó: -¿Qué haces?

Alejándose unos centímetros de ella, Aamon le respondió: -Me aseguró de que no escapes. ¿No es obvio? No pareces ser muy inteligente, niña.

Aamon Walton -Editando ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora