Capítulo 4
El laberinto del inframundo.
El lugar era una especie de laberinto frío y mal oliente, consumido en gran parte por la oscuridad, era iluminado únicamente por algunas antorchas que colgaban de las paredes, las mismas estaban cubiertas de sangre y algunos extraños símbolos relucían sobre ellas. Eran rugosas y al estilo medieval.Por todo el suelo había varios charcos de agua sucia, maloliente y uno que otro montón de huesos en las esquinas oscuras del lugar. Varias personas se encontraban dentro, encarceladas en jaulas y unas que otras amarradas con cadenas. Varias de las jaulas colgaban del techo como candelabros, atadas con cadenas, las cuales dejaban escuchar un molesto ruido al moverse la jaula que apresaban.
Algunas estaban atadas completamente por alambres de púas, los cuerpos de estas personas estaban demacrados y sus huesos podían verse a través de su piel pegada al cuerpo. Los gritos desgarradores de auxilio y agonía le daban al escalofriante lugar un aire de película de terror. La vista era aterradora, además del putrefacto olor que desprendía.
El suelo nauseabundo del lugar mostraba la presencia ocasional de ratas y cucarachas. La sensación de sufrimiento y desolación parecía invadir el ambiente.
Los ojos de Leah escudriñaron minuciosamente cada rincón del lugar, con una rara sensación en su interior -¿Dónde estamos?- preguntó la castaña. Su voz delataba el miedo que sentía.
Aamon la ignoró por completo y no respondió a su interrogante. Con el mango de su navaja dio algunos toques a un tubo oxidado que se encontraba a su lado, comenzó a llamar a alguien o algo. Su forma de hacerlo era perturbadora, parecía estar hablando con un niño pequeño. Leah lo observaba atentamente con su rostro lleno de confusión.
A la par del sonido de la navaja chocando con el tubo oxidado, se escuchó la voz de Aamon:- Ven, pequeño. ¡Aparece, maldita bola de pelos!- dijo con un tono tierno pero inquietante.
De la oscuridad emergió una figura pequeña y oscura: la silueta de un perrito negro se acercó, mostrando su lengua. En su diminuto y peludo cuello llevaba un juego de llaves que hacían ruido cada vez que el pequeño animal caminaba. Cuando el perrito estuvo lo suficientemente cerca, Aamon lo tomo en sus brazo con una sonrisa. La castaña lo observó asustada, temiendo que fuera a hacerle daño al pequeño e inofensivo animal.
Con la voz temblorosa, Leah logró pronunciar: -No le hagas daño, por favor.
El pelinegro la miró y soltó una pequeña risita divertida.
-¿Tan mala persona me veo? - ríe-. Puedo ser bastante cruel con las personas. Sin embargo, nunca le haría daño a Shaitan u otro animal- Aamon acaricia el pelaje del pequeño perrito con su mano-¿Verdad, corazón? No quieres al imbécil de Thomás como dueño, me quieres a mi, ¿verdad, pequeño?-el pequeño animalito le lame el rostro en señal de aprobación. Sí no fuera porque él es un asesino, la escena se vería tierna.
El pelinegro tomó las llaves del cuello de Shaitan y luego liberó al pequeño animal, el cual se marchó por el mismo lugar de dónde había venido antes. Aamon se agachó y agarró un balde lleno de algo que aparentaba ser comida y se lo entrego a Leah, quien miro el contenido del balde con una expresión de asco.
-Ya que estás aquí, harás mis tontas tareas. Alimenta a esos idiotas-- dijo Aamon, refiriéndose a las personas enjauladas.
Las personas que se encontraban atrapadas en las jaulas y encarceladas con cadenas y alambre de púas comenzaron a gritar y emitir sonidos extraños incontrolablemente, como si fueran animales salvajes. Algunos lloraban y gruñían, pidiendo ayuda, agua y comida. Era una verdadera calamidad.
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Aamon Walton -Editando ©
RomanceLeah Luv se enfrentará a la dura realidad cuando se tope con las afiladas garras de la oscuridad. Ni un ángel, ni un demonio, solo un humano "común", Aamon Walton, será su perdición y a la vez su salvación. Un amor desenfrenado, obsesivo y posesivo...