Capítulo 16
El poder de la seducciónLa puerta de la habitación se abrió rompiendo el silencio del lugar. El pelinegro ingreso arrojando su chaqueta sobre el piso al lado de la puerta. Su mente solo pensaba en una cosa: besar a Leah.
Todo estaba envuelto en una suave oscuridad, iluminado solo por algunas velas de color rojo pasión. La habitación estaba impregnada de un cálido aroma a vainilla. La castaña yacía sobre la cama, su cabello estaba húmedo y solo llevaba puesta una bata de seda traslúcida.
—¿A dónde fuiste?— preguntó Leah con una expresión seria.
El pelinegro caminó hacia ella y se detuvo a su al frente , sin dejar de mirarla.
—Estuve ocupado con algunos asuntos, nada importante, puppet.
La castaña asintió y se sentó en el borde de la cama con una actitud seductora. El pelinegro se posicionó entre sus piernas y la tomó del rostro para besarla, pero Leah movió su cabeza.
—¿No me dejarás besarte?— preguntó el pelinegro confundido.
—Shhh— musitó la castaña colocando su dedo índice sobre los labios del pelinegro, desconcertándolo.
Las manos de la castaña bajaron hasta los cordones de su bata y los desató lentamente sin apartar su mirada de los ojos de Aamon. Al desprenderse de la bata dejo al descubierto la lencería que llevaba puesta debajo de esta. El pelinegro la examinó de arriba abajo, mordiéndose el labio inferior, y sus manos fueron hasta la cintura de la castaña, atrayéndola hacia él.
— Me tienes a tus pies, Leah Luv— susurró sobre los labios de la castaña.
El pelinegro la levantó delicadamente y la depositó en la cama, cubriéndola con su cuerpo. Sus manos recorrían cada centímetro de piel, buscando el éxtasis compartido. Los susurros y gemidos llenaron la habitación, mezclándose con el crepitar de las velas.
Los besos y las caricias eran cada vez más intensos y a apasionados. El deseó se reflejaba en cada uno de los suaves besos y roces entre ellos.
Con la respiración agitada, Aamon corto el beso y en un susurro sobre el oído de Leah dijo: —Puppet, dame un bebé.
Leah se estremeció ante las palabras de Aamon. La pasión y el deseo llenaban la habitación, y ella se sentía completamente a merced de él.
—¿Un bebé? —preguntó Leah, su voz llena de sorpresa y excitación. Aamon asintió, sus ojos grises brillando con intensidad.
—Sí, puppet. Quiero tener un hijo contigo. Quiero que nuestra pasión se convierta en vida, en un vínculo eterno entre nosotros dos—dijo Aamon, acariciando suavemente el rostro de Leah.
Ella se mordió el labio inferior, considerando sus palabras. Sentía una mezcla de emociones: el deseo de complacer a su amante y la incertidumbre de asumir una responsabilidad tan grande.
También podría ser una idea loca de Aamon para mantenerla a su lado siempre.
—No…
—¿No?— preguntó el pelinegro en tono serio tomándola de los brazos.
—Yo…n-no me siento lista— dijo la castaña en un balbuceó.
— Vamos puppet, solo quiero que me des uno— dijo el pelinegro despojandose de su camisa—. Además te gustará como lo haremos— añadió con una sonrisa pícara.
Aamon se acercó a la castaña y unió sus labios en un apasionado beso.
El amor y la pasión se entrelazaron en un torbellino de sensaciones indescriptibles. Sus cuerpos se fundieron en uno solo, perdiéndose en el placer que solo el otro podía proporcionar. Cada caricia, cada beso, era un suspiro en medio de susurros apasionados.El tiempo se diluyó en ese abrazo desenfrenado, dejando solo el eco de sus emociones y deseos desbordados. Juntos, alcanzaron un clímax arrollador, como un vórtice de placer que los envolvía y los llevaba hasta el límite.
Cuando finalmente el éxtasis se desvaneció, yacieron juntos, abrazados, recuperando el aliento. El pelinegro besó suavemente la frente de Leah y susurró.
— Si tengo que ir al infierno por ti, lo haría con tal de volver a vivir este momento.
[…]
Al día siguiente temprano en la mañana el pelinegro aún dormía plácidamente en la cama, una sábana blanca cubría solo la parte inferior de su cuerpo dejando al descubierto su escultural espalda, la cual tenía algunas cicatrices que contaban historias pasadas. La noche anterior se había tomado muy en serio lo de querer un bebé.
Lentamente el pelinegro abrió los ojos, examinando todo a su alrededor. La habitación se encontraba sumida en un completo caos; con prendas de ropa y algunos objetos de la mesita de noche tirados por el suelo. Mientras estiraba su cuerpo, se dio cuenta de que Leah no estaba presente.
El pelinegro se levantó de la cama y se colocó unos pantalones. Su única intensión era buscar a Leah. Mientras caminaba hacia la puerta, estiró su cuello hacia atrás, sintiendo una sutil tensión. Llevo una de sus manos hacia la parte donde había sentido la extraña sensación y acarició suavemente la zona, al hacerlo volvió a sentir esa sensación. Sin mucho ánimo se encaminó hacia el espejo, al mirar la zona de su cuello que le dolía se quedó sorprendido al ver lo que tenía en esa parte, al principio pensó que había visto mal, pero no en su cuello tenía un tatuaje reciente que decía “ Leah”. ¿Qué demonios había hecho esa chica?.
El pelinegro se alejó del espejo y soltó una risa sin gracia, tratando de desifrar como Leah le había hecho eso. No le cabía en la cabeza, en que momento lo había hecho.
—¡Leah Luv!— exclamó el pelinegro.
En ese mismo instante, apareció la castaña con una sonrisa en su rostro.
— No grites tan temprano en la mañana— dijo Leah acercándose a él—. ¿Qué ocurre?
—Me puedes decir¿cuando me hiciste esto?— indago Aamon, señalando el tatuaje de su cuello.
La castaña esbozo una sonrisa, haciendo un puchero divertido. Sin quitar la sonrisa se acercó más a él quedando a escasos centímetros.
— Bueno, después de todo lo que ocurrió anoche, te quedaste profundamente dormido y,— la castaña se quedó callada durante algunos segundos y volvió a decir— aproveche para hacerte ese hermoso tatuaje¿te gusta?— añadió con una sonrisa pícara.
Aquella palabras lo hicieron recordar lo mismo que le le había dicho la mañana que la marco. Ya que la castaña le había dicho las mismas palabras que el había pronunciado ese día.
— Deja de quejarte y ven a desayunar— dijo la castaña para luego abandonar la habitación.
Aamon se quedó sin palabras, la castaña le había hecho exactamente lo que él le había hecho antes, a pesar de que en inferno estaba prohibido marcar a un recolector.
“ Chica astuta”, pensó el pelinegro.
*******************************Cuéntenme que les ha parecido este capítulo.
¿Qué piensan de que Leah también haya marcado a Aamon?
¿Podrían haber bebés entre ellos dos?
Besossss ❤️
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Aamon Walton -Editando ©
RomanceLeah Luv se enfrentará a la dura realidad cuando se tope con las afiladas garras de la oscuridad. Ni un ángel, ni un demonio, solo un humano "común", Aamon Walton, será su perdición y a la vez su salvación. Un amor desenfrenado, obsesivo y posesivo...