Capítulo 28

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Leosville, 17 Septiembre de 2015

Catorce horas habían pasado desde que tuvo la conversación con Iris y se sentía devastado.

Era una sensación rara, como cuando sueltas todo lo que tenías que decir pero al mismo tiempo te arrepientes de mostrar todo lo que pensabas. No estaba arrepentido de haberse ido de su casa, pero no había dejado de pensar en ese momento.

Había dormido poco.

Estaba despierto desde las cinco de la mañana y lo único en que pensaba eran en las posibles situaciones que ocurrirían en la reunión. ¿Iris iría? ¿No iría? ¿Se molestaría? ¿Lo aceptaría? Por lo que había hablado con ella, todo parecía ser un no y un sí. Ella era tan impredecible para él y a Griffin le gustaba tener todo bajo su control.

No tuvo que voltearse para saber que la puerta que se había abierto era la de Gino, el chico pasó por su lado y lo saludó para luego dirigirse a la cocina y sacar el cartón de la leche y tomar un bol para servirse cereal.

—¿Llevas mucho tiempo despierto?—le preguntó Gino, el chico tomó un bocado de cereal.

—Hace como dos horas—respondió—, es temprano.

—¿Por Iris?

—No sabía que las relaciones eran tan complicadas—le dijo, Gino negó.

—No lo son, Griff—respondió—. Las verdaderas relaciones no te ponen la vida complicada, no te hacen dudar de todo. Mira cómo fue todo con Ariana, no tenías dudas de nada.

—Al final las tuve.

—Cuando todo se puso en contra de ustedes.

—Y terminamos...justo como sucede con Iris.

—¿Terminaste con ella?

—Supongo, me dijo que si me iba terminábamos y heme aquí.

Gino se rio por eso y luego le pidió disculpas a su amigo por reírse. Gino no quería sonar pesado pero Griffin siempre lograba hacer un comentario gracioso en medio de todo el drama.

—¿Entonces eres un chico soltero?

—Parece que lo soy—suspiró—. ¿Debería estar feliz? No lo estoy.

Gino tomó el bol con cereales y fue a sentarse en el sillón con su amigo. Griffin echó su cabeza hacia atrás para mirar al techo, quizás era más emocionante que su vida.

—Sabes, cuando terminé con Julia, estaba realmente devastado—confesó.

—No lo mostraste mucho.

—No, he aprendido a lidiar con los dolores del corazón.

Griffin lo miró por un momento.

—Eso ha sonado muy cursi.

—¡Ah! Pero ¿cómo quieres que te lo diga? Cada vez que nos enamoramos se abren dos caminos; o somos cursis creyentes del amor que esperan una y otra vez una nueva oportunidad para sentirse enamorado o...

—Odiamos el amor y no queremos saber de ello por el resto de nuestros días.

—Exacto—dijo—. Hay que intentar seguir el primer camino.

—El primer camino es el más complicado, ¿cómo mantienes la esperanza cuando has tenido dos decepciones?

—Velo como un aprendizaje.

Griffin volvió a echar su cabeza hacia atrás. En ningún momento podía ver eso como un aprendizaje, lo veía como un desastre.

...

Detrás de EscenaWhere stories live. Discover now