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Hades detuvo sus pasos frente al carruaje que lo conduciría de regreso a su reino. Sus ojos amatistas se volvieron hacia Helia, cuyo rostro se iluminaba con una sonrisa resplandeciente. La joven se erguía en las escaleras, con los brazos cruzados y una expresión cariñosa en su semblante.

El momento de la despedida había llegado, y Hades sentía un nudo en la garganta al contemplarla. Sabía que tendría que dejarla atrás y regresar a su morada en las profundidades del inframundo una vez más.

Helia rememoró con nostalgia aquel día, posterior a los eventos de la titanomaquia, cuando se despidió de su amigo más querido y no volvió a saber de él por incontables milenios. Ahora, finalmente se habían reencontrado, y los bellos recuerdos que habían compartido volvían a la vida espontáneamente, como una flor que florece después de una larga temporada de sequía.

Pero la alegría del reencuentro fue efímera, y una vez más, Helia debía decir adiós a su amigo, sin saber cuándo o si alguna vez volverían a verse.

-Parece que ha llegado el momento de decir adiós- Hades rompió el hielo con un suspiro resignado.

Helia bajó los escalones restantes, hasta quedar frente a él. Suspiró con pesar, sabiendo que esee momento era inevitable.

-Supongo que sí- respondió con tristeza en la voz -¿debería enviarte postales o algo así?- bromeó, tratando de aligerar la atmósfera pesada que los rodeaba.

Hades rió en respuesta, agradecido por el intento de Helia de suavizar el momento.

-Creo que eso sería un poco excesivo- dijo con una sonrisa irónica -Desgastaríamos a Hermes si ese fuera el caso- guardó sus manos en los bolsillos de su chaqueta -volveré, tarde o temprano-

-Hades- llamó - me da gusto volver a verte-

El sol brillaba con intensidad en la isla de Trinacia, donde Helia, Faetusa y Lampetia se encargaban de las tareas diarias. Había pasado ya tres semanas desde la partida de Hades, y Helia no podía evitar preguntarse cómo estaría su amigo en el inframundo.

-¡Estoy harta de ese animal- exclamó Lampetia, quien estaba lidiando con uno de los carneros que formaba parte del ganado de su padre, el cual se había separado del rebaño por enésima vez.

Con frustración evidente en su rostro, la joven perseguía al animal, tratando de hacerlo volver a su lugar original.

Helia y Faetusa intercambiaron una mirada cómplice, conteniendo las risas que amenazaban con salir. Sabían que su hermana era impaciente, y que a veces sus impulsos la llevaban a situaciones cómicas como esa.

De súbito, un carruaje hizo su aparición en la zona, atrayendo los ojos de las tres mujeres. Se extrañaron cuando Hermes descendió del transportes, portando un gran ramo de flores.

-Es raro verte por aquí, Hermes. ¿A qué se debe tu visita?- saludó Helia, acercándose junto a sus hermanas.

-Bueno, simplemente he venido a entregar un recado... señorita Faetusa- llamó, enfocando su mirada en la mujer cabellos rosas -esto es para usted, enviado por alguien especial-

Faetusa quedó boquiabierta ante el inesperado obsequio y sus mejillas ardieron como brasas encendidas. Tomó el ramo con las extremidades temblorosas, sin saber cómo reaccionar.

━━𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐄 《Hades》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora