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Tomó su mano con prisa en el instante en que emergió de aquel salón. Hades, perplejo, se detuvo en seco, girando hacia ella con un aire de desconcierto. El semblante de Helia se mostraba abrumador, su mirada caída, y en sus ojos se retenían lágrimas que amenazaban con desbordarse.


Su mano aún se aferraba a la del de cabellos plateados.

—¿Debes enfrentarte a los titanes?—  su voz se transformó en un susurro sofocado.

Un destello de comprensión iluminó los ojos de Hades, que se abrieron como platos ante la revelación. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras posaba su mano en la suave mejilla de la mujer, quien no pudo evitar estremecerse ante aquel contacto. Helia lo contempló fijamente, sus labios entreabiertos, sufriendo pequeños espasmos que le impedían articular palabra alguna.

—¿Confías en mí?— inquirió él.

—Sí lo hago— susurró ella, con una pequeña chispa iluminando sus ojos vidriosos.

—Entonces, confía en que regresaré — solicitó Hades.

Helia sonrió, acercando su frente a la suya.

—Está bien, confío en tí— afirmó con convicción.


Miró a su padre con una expresión de descontento, frunciendo el ceño antes de proseguir su camino. Eolo, con elegancia, aguardaba en la banca de piedra, erguiéndose de inmediato al divisar su llegada.

—Helia, ha transcurrido un tiempo desde nuestro último encuentro— musitó con amabilidad, sus ojos grises entrelazándose con los de ella —Asumo que tu padre te ha transmitido la situación...—

—No lo haré— lo interrumpió ella con una mirada firme.

Eolo quedó desconcertado, esperando que Helia prosiguiera.

—Mi padre me ha puesto al corriente, pero no deseo contraer lazos matrimoniales contigo. No malinterpretes mis palabras, no albergo desdén hacia ti; simplemente, no es algo que desee— expresó, procurando sonar lo más amable posible, pues, después de todo, Eolo no era un individuo despreciable.

El dios de los vientos pestañeó rápidamente, tratando de asimilar las palabras que la rubia pronunció. Tragó saliva, apartando la mirada en otra dirección.

Al menos, ella había sido sincera.

—Lo comprendo, no te preocupes. Aunque hubiera sido un deleite tenerte como esposa— confesó, sus ojos esta vez posados en Helios.

—Encontrarás a alguien, Eolo, alguien que te amará— la diosa esbozó una sonrisa antes de despedirse, cruzando junto a su padre con una expresión de seriedad —Mi decisión está tomada— murmuró, antes de proseguir su camino.

Helios siguió con la mirada el camino de su hija mientras se alejaba, sus puños se apretaron con fuerza, y su ceño se frunció en una expresión de irritación.

Permaneció ensimismada en la cima de la colina, mientras el sol agonizante iluminaba con sus rayos dorados aquel espectáculo natural. La belleza del paisaje era indescriptible, pero aún así, ella parecía completamente ajena a su magnificencia. La mera idea de regresar a la isla de Trinacia la atormentaba; allí, su padre la esperaba con ansias, pero ella no se sentía preparada para ese encuentro. Su ánimo no estaba dispuesto a soportar la carga de aquel reencuentro, y por eso, optó por permanecer allí, a solas con sus pensamientos.

━━𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐄 《Hades》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora