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—Esto es hermoso— susurró Perséfone, sus ojos absortos en las estalactitas luminosas que pendían del techo de aquel recinto —Jamás imaginé que pudiera existir un rincón tan hermoso en las profundidades del inframundo—confesó, aún embriagada por la belleza que sus ojos contemplaban.


—De hecho, nadie podría siquiera imaginar la existencia de semejante maravilla en este sitio— aclaró Hades, sentado sobre una de las rocas, con la mirada clavada en el suelo y su ceño fruncido en un gesto pensativo.

Finalmente alzó la mirada, y sus ojos se encontraron con ella en un silencio cargado de emociones contenidas. Un suspiro, denso y pesado, escapó de sus labios, como si llevara consigo todo el peso del mundo.

—Mi hermano desea unirnos en  matrimonio, supongo que ya lo sabes... ¿verdad?— sus palabras fueron directas, sin rodeos, pero envueltas en un halo de incertidumbre.

Persefone giró lentamente su cuerpo, revelando su perfil mientras lo observaba, imperturbable, en medio de un silencio denso como la niebla. Finalmente, dejó caer su mirada, pero una sonrisa afligida se dibujó en su rostro, como una delicada herida en la piel. Con delicadeza, apartó un mechón de cabello que caía sobre su rostro y lo colocó detrás de su oreja.

—Sí, es cierto... creo que es algo evidente— susurró con dulzura, permitiendo que sus ojos revelaran el amor y la complicidad que habitaban en su corazón.

—¿Y qué es lo que deseas tú?—inquirió él, inclinando levemente su cabeza y dejando que su mirada se perdiera en la distancia, como si buscara las palabras adecuadas para expresar sus sentimientos.

El interrogante pareció sorprender a la diosa de la primavera que, tras un breve instante de vacilación, reunió coraje y se acercó con delicadeza, tomando la mano de Hades entre las suyas, como si temiera romper el encanto que los envolvía.

—A usted—

Contempló su propio reflejo en el estanque de aguas cristalinas, que se escondía entre los árboles como un secreto guardado por la naturaleza. Un suspiro profundo escapó de sus labios, llevando consigo el peso de sus preocupaciones. Había dejado atrás Trinacia antes de que el sol se alzara en el horizonte, buscando despejar su mente de pensamientos tumultuosos. Sus pies la habían guiado hasta aquel rincón impregnado de un silencio sagrado, que le transmitía una calma bienvenida.

Había innumerables asuntos en los que debía reflexionar, pero en aquel instante, no deseaba enredarse en su propia mente. Necesitaba relajarse, aunque solo fuera por unos fugaces minutos, antes de regresar y enfrentar las obligaciones que la esperaban.

Su corazón se veía invadido por una melancolía abrumadora, mientras rememoraba los días pasados en los que la felicidad era su fiel compañera. De tanto en tanto, un anhelo irrefrenable la asaltaba, deseando retornar a aquellos días  dorados, aunque en lo más profundo de su ser sabía que el pasado nunca podría ser revivido en su totalidad.

Las memorias se desplegaban ante sus ojos como páginas amarillentas de un libro antiguo, evocando risas compartidas, abrazos cálidos y los latidos vivaces. Sin embargo, era consciente de que el curso del tiempo había traído cambios inevitables y que la vida, como un río indomable, seguía su curso sin detenerse.

━━𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐄 《Hades》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora