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La irrupción de Helios en los esplendorosos salones del Valhalla provocó un genuino estremecimiento. Su presencia, hasta entonces ausente, generó una conmoción palpable entre los presentes. Aunque Zeus le había otorgado el privilegio de participar en las trascendentales votaciones que se llevaban a cabo para determinar el destino de la humanidad en cada milenio, Helios siempre se había mantenido distante, ajeno a todo aquello. Sin embargo, en ese momento, allí estaba, acompañado de sus hijas, quienes compartían la misma incredulidad que embargaba a todos al enterarse de la noticia y ser invitadas por su padre a ese lugar.

—¿Por qué no dan un recorrido por los alrededores? Es la primera vez que visitan este lugar— sugirió Helios, volviendo su mirada hacia sus tres hijas, quienes se encontraban desconcertadas.

—¿No tenemos también la responsabilidad de participar en las votaciones?— cuestionó Helia, observando a su progenitor con una mezcla de sospecha y curiosidad.

—No están obligadas a hacerlo. Pueden distraerse con un paseo por los alrededores, pero no se alejen demasiado— expresó seriamente —no tardaré demasiado—

Sin pronunciar una palabra más, Helios siguió su camino, mientras algunos se apartaban para darle paso, intercambiando susurros entre sí.

Helia contempló con recelo la partida de su padre, tratando en vano de desentrañar las razones que lo habían llevado a participar en aquel consejo. Sin embargo, mientras estaba sumergida en sus reflexiones, un golpe apenas perceptible hizo vibrar su cabeza, arrancándola de sus pensamientos. Con un quejido, alzó la mirada para descubrir al culpable: Poseidón avanzaba con paso decidido hacia el salón. El resplandor dorado de su cabello contrastaba con la seriedad de su semblante.

Un tic nervioso apareció en el ojo de la fémina cuando comprendió que Poseidón fue el responsable, pero finalmente suspiró resignada.

—Es bueno saber que ahora no quieren matarse—

Una voz susurró a sus espaldas, haciendo que su corazón se acelerara. Anhelando encontrar consuelo en la mirada de sus hermanas, se giró solo para descubrir que ya no estaban. Entonces, se vio obligada a enfrentarse a él, girando lentamente hasta encontrarse con aquellos ojos amatistas que la contemplaban con ternura.

—Jamás imaginé que estuvieras aquí— Hades sonrió, ignorando las miradas sorprendidas que algunos dioses le dirigían.

—Créeme, hasta yo estoy asombrada de encontrarme aquí— bromeó, esbozando una sonrisa sincera —Tú también vienes al consejo, ¿verdad? Parece que tu presencia aquí no es muy recurrente— asumió al percatarse de las miradas curiosas del resto.

Hades soltó una risa y le hizo un gesto con la cabeza, invitándola a seguirlo.

Cuando finalmente lograron esquivar a la multitud, llegaron a un pequeño hibernadero resguardado del bullicio. Tomando asiento en el borde de una fuente, se sumergieron en un profundo silencio. El ambiente denso y sereno parecía envolverlos, permitiéndoles disfrutar de la paz del momento.

—¿No deberías estar con el resto? — Helia finalmente rompió el hielo, su mirada fija en el suelo.

—Por lo general, me comunico con Hermes para que transmita mi voto a mi hermano. Rara vez vengo personalmente aquí, pero no te preocupes... la reunión aún tardará en comenzar— él la tranquilizó, mirándola de reojo en silencio mientras recordaba la última vez que la vio.

━━𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐄 《Hades》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora